Libertad a través de la lucha: El Marxismo frente a la teoría Queer

Fecha: martes 28 de julio

Hora: 13:00 - 16:30 (BST)

El marxismo defiende la unidad de los pueblos a través de todas las líneas de género y sexualidad en la lucha contra el sistema capitalista opresivo. Pero la Teoría Queer sostiene que nuestras identidades de género y sexuales son una ficción producida por los discursos y el poder opresivo de la sociedad: una actuación aprendida. ¿Qué significa esta idea para la lucha de liberación? ¿Es la Teoría Queer compatible con el Marxismo? Esta discusión abordará estos temas. Nuestra oradora, Yola Kipcak, es una destacada activista de Der Funke, la sección austriaca de la CMI.

Lectura recomendada: El Marxismo frente a la teoría Queer

Transcripción

Yola: Un saludo a todos los asistentes de la universidad marxista, espero que os gusten las discusiones de hoy y que todos podamos aprender de ellas.

Como marxistas, nos tomamos muy en serio la lucha contra todas los tipos de opresión y discriminación. Por eso también nos tomamos muy en serio los debates teóricos sobre cómo luchar contra esta opresión. La teoría queer, la rama particular de la teoría que discutiremos aquí, surgió en el ámbito académico de Estados Unidos hacia la década de los 90. Está particularmente vinculada a los estudios feministas y homosexuales, y al activismo gay, en torno a la crisis del sida de aquel momento.

Aunque en un principio el término queer era insultante para los homosexuales, el movimiento gay lo acabó adoptando dándole un giro positivo. La teoría queer tomó este término para referirse a aquellas personas consideradas fuera de la norma como, por ejemplo, este colectivo, las personas transgénero o la intersexualidad. Para la teoría queer, lo considerado normal y natural ha sido, en realidad, creado por las estructuras de poder en la sociedad: un mito opresivo que sirve al orden dominante. Por lo tanto, las premisas principales son que los sexos biológicos, la identidad de género y la sexualidad son un mito cultural. Abogan por desenmascarar dicho mito, mostrando sus contradicciones y parodiándolo, para así cambiar el discurso. Se persigue generalmente el lenguaje en todas las formas escritas y habladas, la ideología y la sensibilización a través de acciones en la vida diaria de las personas que siguen esta ideología.

¿Cómo llegó la teoría queer a sus premisas? En las décadas de 1960 y 1970, la lucha de las mujeres, así como la lucha de los homosexuales, estuvo más influida y ligada a la lucha de clases. Reflejaba el auge general de la lucha de clases y la revolución a nivel mundial. Por ejemplo, en los disturbios del “muro de piedra” en 1969, la comunidad gay en Estados Unidos se levantó contra la discriminación brutal, con claras implicaciones radicales de muchos activistas, sosteniendo puntos de vista anticapitalistas. Pero los partidos socialdemócratas y estalinistas no lucharon consistentemente con las mujeres y, en el caso de la comunidad LGBT, la ignoraron o incluso la rechazaron activamente. En estos partidos prevaleció en gran medida el sexismo y la homofobia. Cuando la lucha de clases retrocedió durante los años siguientes después de derrotas muy graves, se endureció la visión de aquellas activistas feministas, según la cual la lucha de las mujeres debe liderarse por separado de la lucha de clases. En la práctica, fue un cambio hacia la política institucional del aparato estatal con ministerios de mujeres y centros de investigación, por un lado, y círculos culturales centrados en experiencias individuales, lenguaje y campañas atomizadas por el otro. El feminismo se fue alejando del discurso de clase y pasó cada vez más a centrar la lucha contra la opresión hacia una lucha entre los sexos, es decir, una lucha contra el patriarcado. De este modo, la opresión se explica como una cuestión de hombres contra mujeres en lugar de clase explotada contra clase dominante.

Para el marxismo, por otro lado, la sociedad de clases fue la razón histórica del surgimiento de la opresión de la mujer. Y también es la raíz de la opresión por las sexualidades divergentes. Durante la mayor parte de nuestra existencia, los humanos no vivimos en sociedades de clases. La existencia de sociedades de clases requiere un producto excedente, del que una clase pueda enriquecerse a expensas de otra. En las sociedades primitivas, donde las personas aún no tenían los medios técnicos para producir más de lo que necesitaban para su supervivencia inmediata, tampoco existía una opresión sistemática. El desarrollo tecnológico llevó a la agricultura, que fue la base para crear un producto excedente y, por tanto, la sociedad de clases. Entre muchos cambios fundamentales, también significó que las comunidades pudieran criar más niños. Esto, a su vez, condujo a una división del trabajo más clara entre los sexos, aunque esto en sí mismo no era una división de clases, ni era opresiva. Pero coincidió con el hecho de que las áreas de trabajo dominadas por los hombres eran también aquellas en las que se producía un excedente. Así, de tener un rol destacado por preservar la supervivencia de la especie, el papel económico que pasaron a ocupar las mujeres durante un largo periodo de tiempo las condujo a la subordinación. Esto muestra que la opresión de las mujeres no es accidental, el papel biológico de las mujeres como reproductoras sí juega un papel. Pero también muestra que la opresión no está naturalmente arraigada en los sexos. Con el aumento de la riqueza también surgió el deseo de los hombres de heredar dicha riqueza a sus propios hijos. Y esto llevó a un control de la sexualidad femenina. A través de la monogamia, los hombres podían saber quiénes eran sus propios hijos. Por lo tanto, es esta forma específica de familia, familia monógama y una sociedad dividida en clases lo que conduce a la opresión de la sexualidad, incluidas las sexualidades divergentes como la homosexualidad.

El capitalismo heredó la opresión de la mujer y la familia monógama, y la adaptó a sus propias necesidades. El sexismo y la institución de la familia son muy útiles para los capitalistas. Dentro de la familia se realizan importantes trabajos reproductivos como el cuidado de los niños y el cuidado de los ancianos; el sexismo y la homofobia también se utilizan para tamizar la solidaridad de los trabajadores contra su enemigo común: los capitalistas. Los capitalistas tienen un gran interés en defender la opresión de las mujeres y las minorías sexuales. Podemos argumentar que mientras exista la sociedad de clases, y con ella la familia monógama, será imposible superar por completo la discriminación social basada en la orientación sexual o la opresión de la mujer. Pero la teoría feminista, y como veremos también la teoría queer, rechaza las contradicciones de clase como explicación central de la opresión. En cambio, el feminismo busca la razón de la opresión en la relación entre los sexos, es decir, en el patriarcado. De ello se desprende una vinculación entre hombre-opresión, mujer-lucha de liberación. De esta forma, la identidad de una persona se convierte en la clave de la lucha, pero al mismo tiempo, la mayoría de las feministas rechazan la explicación biológica de la opresión. Con razón, porque los sectores reaccionarios defienden el sexismo con argumentos biológicos según los cuales las mujeres son naturalmente inferiores. Para encontrar un motivo de opresión dentro de la propia relación de los sexos, pero sin tener un análisis de clase, se introdujo un crudo dualismo entre sexo biológico y género social. De esta manera, se asignan mecánicamente diferentes fenómenos a la naturaleza, la sociedad, la cultura y la psicología. La célebre Simone de Beauvoir ilustró estos planteamientos en su libro El segundo sexo.

No estamos en desacuerdo con las feministas al criticar los roles de género y cómo la sociedad presiona a las personas para que los cumplan. Sin embargo, la teoría feminista no explica la conexión entre el sexo y los roles de género, pues solo se puede entender mediante un análisis completo de la sociedad de clases. La teoría feminista, con la duplicación de sexo y género, abre una contradicción en su propio análisis entre naturaleza e idea. Filosóficamente, los puntos de vista feministas fluctúan entre el materialismo mecánico y el idealismo. Un dualismo irresoluble que en última instancia siempre termina en idealismo. Si no es la naturaleza lo que oprime, debe ser la cultura o la psicología masculina o el lenguaje... La práctica resultante es luchar contra el sexismo con ideas, mejoras individuales y reformas del lenguaje en lugar de la lucha de clases. Pero no solo es un callejón sin salida para la lucha, también está plagado de contradicciones. Es en medio de todos estos debates dentro del feminismo donde surge la teoría queer.

La teoría queer lleva los argumentos feministas al extremo, pero de alguna manera a una conclusión lógica idealista. En 1990, Judith Butler publicó su libro Gender Trouble, considerado el libro por excelencia de la teoría queer. Según esta autora, los roles sociales de género no solo son creados culturalmente por el sistema patriarcal, sino que el sexo biológico también es creado culturalmente. Resuelve así el dualismo feminista de sexo y género afirmando que ambos son solo un producto de la sociedad y del discurso. Según ella, el discurso dominante en la sociedad no solo es opresivo al decir, por ejemplo, "las mujeres son débiles", sino al definir a las mujeres como mujeres. La base filosófica de este argumento se encuentra en la corriente posmoderna, popularizada en la década de 1970 en la universidad. Según esta filosofía idealista, toda la realidad se construye realmente a través del lenguaje. Por ejemplo, la feminista postestructuralista Chris Weedon escribe:

“El lenguaje, lejos de reflejar una realidad social ya dada, constituye para nosotros una realidad social. No hay significado más allá del lenguaje".

Esto es lo que escribe. La teoría queer sostiene que el lenguaje es poder. Cada categoría es una generalización; cada generalización, cada categoría o término es visto como un acto violento de exclusión de aquellos que no encajan en esa categoría. Dado que la ciencia generaliza esos patrones de la naturaleza, la teoría queer sostiene que la ciencia también es un discurso influyente. La realidad, incluidos los sexos, se ve así como una ficción cultural. Para muchos, esta teoría parece atractiva porque contiene una pizca de verdad. Es cierto que, en la sociedad de clases, la ciencia no está libre de la ideología de la clase dominante. Hay una larga lista de ejemplos de cómo los científicos intentan demostrar que las mujeres son inferiores, que tienen cerebros más pequeños o que los homosexuales son peligrosos y están enfermos, etc. Pero de esto no se puede concluir, como hace la teoría queer, que la ciencia pueda crear la realidad independientemente de los hechos reales. Debemos comprender correctamente la relación entre materia e idea. Como marxistas, somos materialistas. En última instancia, todo, incluidas nuestras ideas y nuestra conciencia, sigue un proceso material. O como escribió Karl Marx en La ideología alemana:

"Los fantasmas formados en el cerebro humano son también necesariamente suplementos de su proceso de vida material, que es empíricamente verificable y está ligado a premisas materiales".

Significa que las ideas pueden estar equivocadas, pueden ser reflejos inexactos de la realidad que no representan una imagen precisa. Las ideas también pueden producir fantasías a raíz de tesis científicas que aún no se han probado. En resumen, también se pueden crear ideas. Pero debido a que las ideas son una pequeña parte de la realidad material, no pueden elevarse por encima de las circunstancias que las crearon. Por ejemplo, el hecho de que los humanos quieran creer que pueden volar no significa que puedan desafiar a la gravedad. Sin embargo, con la ayuda de las ideas podemos influir, manipular y cambiar la realidad dentro de ciertos límites. Así, aunque no podemos hacer volar a los humanos por pura voluntad, podemos con ideas construir un avión que luego haga volar a un humano. De manera similar, si entendemos científicamente cómo funcionan los sexos, podemos inventar cosas como la terapia hormonal que puede manipular características sexuales secundarias como barbas, senos, etc. Entonces, solo si nuestras ideas se corresponden correctamente con la realidad, ¿pueden cambiarla? Para captar la realidad, se necesitan generalizaciones. Y para hacerlo, debemos extraer de los muchos casos individuales, por ejemplo, todas las mujeres del mundo, y ver cuál es su esencia, qué las hace comparables. Sin embargo, la mirada mecánica que domina las ciencias naturales eleva el eslogan general a un principio y exige que toda la realidad compleja lo cumpla. Si no cumple con el promedio general, algo debe estar mal contigo.

La teoría queer toma esta actitud unilateral como base para su crítica. Para criticar las categorías universales que se perciben como causa de la opresión, toman al individuo como foco y punto de partida de todo. Toman al individuo contradictorio y complejo para probar que todas las categorías son, en cierto modo, incompletas para describir a los individuos, lo cual es cierto. Pero, además, quieren demostrar que todas las categorías son, por tanto, ficticias y erróneas, lo que no es cierto. De hecho, lo que dice la teoría queer es que no existe una verdad objetiva. Toda verdad es solo una ficción creada por el discurso, según esta teoría. Pero decir que no hay realidad ni una verdad objetiva que podamos conocer, significa que no hay ningún criterio para decir si algo es verdadero o falso. Sin duda alguna, el sexismo es en la sociedad actual una poderosa ideología, o "discurso", como lo llamaría la teoría queer. Pero el anti-sexismo también es un discurso en la sociedad y, cada vez, más popular. Por lo tanto, según la teoría queer, ambos deben ser igualmente ciertos. Esto muestra cuán reaccionarias pueden ser las conclusiones de tal postura filosófica. Al decir que no hay una verdad objetiva, solo puedes argumentar con la moralidad o con tus sentimientos personales a favor o en contra de algo. Y esto es exactamente lo que hace la teoría queer; toma la identidad subjetiva y los sentimientos como base para crear la verdad. Por supuesto, algunas “verdades” se consideran más verdaderas que otras, por ejemplo, decir que los sexos biológicos son reales, se considera negativo. Pero esto solo se puede argumentar con un punto de vista individual, no con criterios objetivos, tomando al individuo como punto de partida para comprender el mundo entero. El sexo biológico, los roles de género de la sociedad y las experiencias de un individuo se explican desde el punto de vista de este individuo en lugar de desde la naturaleza y la sociedad. Todos están agrupados en una categoría: la identidad de género individual. Se difuminan así la diferenciación, el origen y las causas objetivas. Pero la identidad de una persona, el cerebro humano y la conciencia son cosas muy complejas. Los genes y la biología juegan un papel importante, pero también la educación y las experiencias individuales. Todas estas cosas se pueden explicar materialmente.

Nuestra identidad individual es producto de circunstancias materiales y no al revés. Nuestra conciencia individual no crea la realidad y, por tanto, sólo puede explicarla dentro de límites muy estrechos. El hecho de que una persona no se sienta, por ejemplo, un hombre o una mujer no significa que tenga un sexo biológico distinto. Por supuesto, los marxistas reconocen que la realidad es compleja y las categorías no se ajustan a todos los casos individuales, también en el caso del sexo y el género. Hay casos que no están bien definidos; hay casos de personas con diferentes combinaciones cromosómicas, como xxx y xxy, por ejemplo. Hay personas que tienen órganos reproductores masculinos o femeninos, pero desean o necesitan vivir como el sexo opuesto, y así sucesivamente. Sería una locura negar que estas formas existen, como lo hacen sectores de la derecha, y que también se exijan los roles de género en la mayoría de las sociedades. Asimismo, sería una locura afirmar que estas personas valen menos que las que se pueden clasificar fácilmente. Y, por supuesto, defendemos plenamente los derechos democráticos de todas las personas a llevar sus vidas con la identidad que elijan. Estas formas intermedias ciertamente existen, pero no constituyen un tercer, cuarto o quinto sexo biológico. Su existencia no cambia el hecho de que hay hombres y mujeres, los dos sexos que forman la base de la reproducción sexual, y que la gran mayoría de la población puede ser categorizada como masculina o femenina. Y lo más importante, este hecho en sí mismo no conduce a la opresión y discriminación contra las personas intersexuales o trans. La existencia de sexos o incluso roles de género no explica de dónde proviene la opresión de las minorías sexuales y de las mujeres.

Según la teoría queer, el lenguaje crea categorías y estas categorías son opresivas, por lo tanto, debemos luchar contra las categorías. ¿Cómo? Mostrando su incompletitud, parodiarlas, socavarlas y crear nuevas categorías. Esto explica por qué hay listas de defensores de la teoría queer con más de 60 "géneros" diferentes. Esto incluye géneros como un "semi-chico", que describe a una persona que se identifica parcialmente, pero no completamente, como hombre. Aquí, el sexo, los roles de género, la orientación sexual y las preferencias se mezclan extraordinariamente.

Pero estos nombres no ayudan en absoluto a comprender de dónde proviene la opresión o incluso de dónde provienen los sexos. Si los sexos biológicos son ficticios, ¿por qué se creó exactamente esta línea de división entre hombres y mujeres y se hizo tan prominente? ¿Por qué no, por ejemplo, el tamaño de tus orejas o el color de tu cabello? Si el sexo es solo una construcción cultural, ¿cómo puede explicar la reproducción sexual? Decir que los sexos no son reales también tiene consecuencias lógicas para las demandas políticas. Si niegas la existencia del sexo biológico, ¿sobre qué base defiendes la ginecología, los anticonceptivos específicos para el sexo o la terapia hormonal? ¿Y cómo se puede exigir la baja por maternidad a las madres? Por supuesto, los defensores de la teoría queer suelen estar a favor de estas demandas. Pero su teoría, de hecho, no apoya este argumento. Esto muestra las implicaciones reaccionarias de una teoría que rechaza la realidad. Pero también hay graves consecuencias negativas que conciernen más concretamente a los métodos de lucha: para no repetir lo que los teóricos queer piensan que es la raíz de la opresión, dicen que no quieren "forzar" a nadie a una categoría y forzar a ser representado, o “dominado”, por una persona con otra identidad. El argumento es: "dado que solo puedo hablar por mí mismo, o en el mejor de los casos, por mi categoría de identidad específica, cualquier unidad en la lucha es exclusiva y opresiva".

“La unidad solo se compra mediante la escisión violenta”, escribe Judith Butler en su texto Merely Cultural.

Otra feminista queer, Franziska Haug, se lamenta: "el derecho a hablar y a luchar se decide en función de la identidad del hablante". Esta teoría termina haciendo exactamente lo que criticaron originalmente: políticas de identidad, donde definir y representar la categoría de tu identidad se convierte en lo más importante. Por lo tanto, juega un papel directamente reaccionario al dividir la lucha común de todos los oprimidos y desviarla hacia la política de representación. En las manifestaciones y mítines contra el sexismo, esto se puede ver en la lista de oradores, que se elabora cuidadosamente de acuerdo con diferentes criterios de identidad. La perspectiva política o la elección de consignas correctas es algo secundario o, incluso, irrelevante. Este tipo de política de representación también puede ser utilizada fácilmente por la clase dominante. Al tener una cuota de representantes queer o mujeres en el parlamento, o en puestos de dirección, pueden presentarse como progresistas, mientras que al mismo tiempo se siguen explotando brutalmente a los trabajadores de todas las identidades.

El problema de la política de representación es que no busca la base y las raíces de la opresión en la sociedad de clases, sino en la identidad. Dado que la teoría queer sostiene que son las llamadas identidades las que nos oprimen, las identidades también deben usarse para combatir la opresión. Sin embargo, ser queer en sí mismo no es progresivo ni reaccionario. La identidad no es la herramienta con la que podemos cambiar el sistema. Ser “queer” no disolverá la familia burguesa; ni las relaciones no heterosexuales acabarán con el capitalismo. Al contrario: sectores de la burguesía en varios países están dispuestos a otorgar concesiones a los derechos LGBT, como el matrimonio homosexual, cuando ayuda a su imagen o cuando quieren obtener votos.

Hasta la fecha, alrededor de 30 países y territorios han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo, principalmente en Europa y América. Pero la realidad económica del capitalismo también subordina a las parejas “queer” al papel burgués de la familia: por ejemplo, tendrán que encontrar tiempo para hacer las tareas del hogar y cuidar a los niños. Para ello, dependerán de trabajos a tiempo parcial o de que uno de los dos trabaje menos, es decir, dependa más económicamente del otro. Así, la libertad de matrimonio gay, por ejemplo, otorga la libertad de ser tan oprimido como el resto de la clase trabajadora en este sentido. Al mismo tiempo, la burguesía también utilizará la ideología homofóbica y anti-trans para atender a su clientela conservadora. Lo utilizarán para dividir a los trabajadores y fortalecer a la familia burguesa cuando sea necesario. Por ello, aunque los derechos de los homosexuales hayan aumentado en las últimas décadas y haya una imagen generalmente más positiva de las personas queer en algunos países, la ideología reaccionaria siempre se mantiene viva como respaldo.

En 2019, la revista Forbes escribió en un artículo: "nueve de las corporaciones más grandes y, que más apoyan al colectivo LGBTQ en Estados Unidos, donaron alrededor de 1 millón de dólares cada una a políticos anti-gay en el último ciclo electoral". Entre estas empresas se incluyen, por ejemplo, UPS y General Electric. Esto muestra claramente que los capitalistas no lucharán por la igualdad LGBT, simplemente actúan según la rentabilidad que obtienen. Las corporaciones producirán de manera superficial mercadería con los colores del arco iris para atraer a los consumidores LGBT, o consumidores que consideren importantes los derechos LGBT. Pero estarán igualmente dispuestos a apoyar a los políticos capitalistas que maximizan sus posibilidades de obtener ganancias incluso si son anti-LGBT. Creer que la verdadera igualdad se puede lograr dentro del capitalismo es falso. Esta ilusión de hecho ayuda a la clase dominante, que puede emprender algunas reformas inofensivas a sus ojos, sin tener que acabar con la verdadera opresión. Por supuesto, apoyamos todas las reformas positivas y los derechos legales. En realidad, una lucha por la igualdad de derechos para todos es necesaria para unir a la clase trabajadora en primer lugar. Pero limitar la lucha a estas reformas no resolverá fundamentalmente nuestros problemas. Al mismo tiempo, exactamente porque hay una desigualdad real en la sociedad, las ideologías que usan chivos expiatorios y culpan de la desigualdad a un sector de la clase trabajadora pueden obtener algún apoyo de las capas más atrasadas de las masas. Por tanto, debemos combatir en todo momento los prejuicios sexistas y la discriminación. Solo así podremos lograr la unidad necesaria entre la clase trabajadora para deshacernos de las raíces de la opresión. Para esto, sin embargo, la teoría queer no nos da los medios necesarios porque ni siquiera puede explicar las raíces de la opresión.

Como dije, la teoría queer afirma que las "estructuras de poder" y los "discursos de poder" crean opresión en la sociedad. En la teoría queer, el poder es una red compleja y oscura omnipresente en la sociedad. El concepto de poder que defiende la teoría queer está tomado del filósofo francés, Michel Foucault. En su libro, Historia de la sexualidad, escribe lo siguiente:

“El poder está en todas partes; no porque lo abarque todo, sino porque viene de todas partes. El poder no es una institución ni una estructura; tampoco es una cierta fuerza con la que estamos dotados; es el nombre que se atribuye a una situación estratégica compleja en una sociedad determinada".

¿Qué se supone que significa: que el poder es una "situación estratégica compleja"? Esta explicación no explica nada en absoluto. Básicamente, dice que cada persona produce y reproduce poder usando palabras y actuando de acuerdo con las expectativas de la sociedad. Esto no solo no explica por qué algunas personas son más poderosas que otras o porqué existen ciertas formas de opresión, sino que también es muy útil culpar a cada individuo por la existencia de “poder” en la sociedad. Por ejemplo, dicen: Todos tenemos la culpa de oprimir a las mujeres actuando como si fueran mujeres. De esta manera, se oscurece la verdadera razón de la opresión, convirtiéndose cada persona de alguna manera en opresor. Por ejemplo, a menudo se dice que los trabajadores no queer supuestamente se benefician de la opresión de los queer. Si bien es cierto que los hombres tienen salarios más altos que las mujeres y no sufren la discriminación que sufren las personas queer en su vida cotidiana, no es correcto decir que esta discriminación les conviene. Porque la opresión de un sector de la clase trabajadora automáticamente debilita la lucha común por mejores condiciones. Si un sector de la clase trabajadora recibe salarios bajos y mal trato, abre la puerta a los capitalistas para bajar las condiciones laborales de todos los trabajadores. En lugar de luchar contra aquellos que están realmente en el poder y que nos explotan y oprimen, nos encierra en una discusión sobre qué identidad es más opresiva. 

La teoría queer es, por tanto, un conjunto idealista de ideas que rechaza el análisis de clase como explicación fundamental de la opresión, pero no ofrece una explicación por sí misma. No solo es inútil para nuestra emancipación, sino que es activamente dañina al dividir el movimiento unido de la clase trabajadora, así como porque puede ser fácilmente asumida por la clase dominante para parecer progresistas mientras continúa la opresión y la explotación, y porque puede ser asumida por reformistas para darles un toque radical, sin liderar verdaderas luchas. Como marxistas, por lo tanto, rechazamos la teoría queer, pero no rechazamos en absoluto la lucha contra la opresión de las mujeres y de las personas que se identifican como queer. Al contrario, vemos esta lucha como absolutamente necesaria para nuestra causa, a fin de unir a la clase trabajadora. No podemos tolerar comportamientos discriminatorios entre nuestros compañeros de trabajo y camaradas. Debemos aportar explicaciones que desvelen porqué esto fomenta la explotación de todos y porqué necesitamos luchar contra todas las formas de opresión. En una lucha unida real, la clase trabajadora y la juventud pueden experimentar por sí mismos lo que los une, como se demostró vívidamente en las recientes protestas de Black Lives Matter. Hubiera sido fatal explicar en estas protestas que todos los blancos deberían irse a casa, que por su identidad nunca podrán luchar verdaderamente contra el racismo. Esto habría tenido el efecto de alejar a muchas personas que se solidarizaron y participaron activamente en el movimiento. Si bien la teoría queer sostiene que la unidad es siempre opresiva, nosotros, por otro lado, debemos centrarnos particularmente en lo que nos une en la lucha. Exactamente en una lucha común la gente aprende a superar sus prejuicios. La unión de los oprimidos combatirá las actitudes discriminatorias de manera mucho más eficiente que los ¨proyectos educativos¨, las reformas lingüísticas o las campañas filtradas por los representantes del capitalismo. Si usamos conscientemente nuestra fuerza uniéndonos en la lucha, podemos expropiar a los capitalistas, tomar sus medios de poder en nuestras propias manos.

Tenemos un concepto materialista del poder: si eres dueño de las fábricas y de los medios, puedes explotar a los trabajadores y difundir ideologías que ayudan a tu posición; esto es poder. Por eso el poder no es una red compleja de discursos en la que todos son culpables, sino el poder de una clase dominante que se beneficia de la opresión de la clase explotada. Nuestro optimismo se deriva del hecho de que somos la clase que crea toda la riqueza en la sociedad y que, en realidad, somos la mayoría. Podemos tomar el poder tomando el control de los medios de producción  (fábricas, bancos, etc.) Esto podrá erradicar la base material de la opresión, incluida la familia burguesa, y abrir el camino para la verdadera emancipación de todos los seres humanos.

Intervenciones

Alessio: Gracias Josh y, buenos días, buenas tardes a todos. Yola abordó con claridad las ideas de la teoría queer. Honestamente, no la llamaría teoría, sino probablemente una mezcla de ideas confusas más bien, a menudo contradictorias entre sí. Por otro lado, esta es una característica de todas las teorías posmodernas que, de hecho, en lugar de armar para la acción, como debería ser el propósito de la teoría, hacen todo lo contrario. Por ello, no es de extrañar que la clase dominante, no solo no tema a estas teorías y también las financie en las universidades, sino que intente desacreditar al marxismo diciendo que no se ocupa del problema de género y de la opresión sexual. Pero es todo lo contrario, el marxismo apoya todas las luchas contra la opresión, pero también analiza la base material, biológica, económica y social de estas opresiones para abolirlas efectivamente.

 Un ejemplo de esto fue la revolución rusa de 1917, en la que los trabajadores tomaron el poder en sus manos. Esa revolución cambió la vida de millones, no solo en términos políticos y económicos, sino también en lo que respecta a la familia. El gobierno soviético otorgó a las mujeres los mismos derechos que a los hombres, legalizó el divorcio y el aborto, y promovió el desarrollo intensivo de los servicios sociales para brindar base económica para la liberación de las tareas familiares: guarderías, comedores públicos, lavanderías, hospitales. Al mismo tiempo, la homosexualidad fue despenalizada adelantándose en décadas a muchos países capitalistas avanzados. La posición del partido bolchevique sostenía que el comportamiento sexual pertenece a la esfera privada y, como tal, no debe ser sancionado o regulado a menos que, por supuesto, perjudique a otros. Gueorgui Chicherin, que era abiertamente homosexual, fue nombrado comisario de Asuntos Exteriores en 1918. Tal situación no tenía parangón en ningún otro lugar del mundo.

La familia tradicional comenzó a resquebrajarse a través de los cambios sociales; hombres y mujeres fueron llamados a participar en la vida social; los jóvenes fueron, en ciertas medidas, liberados de la autoridad familiar tradicional. Sin embargo, estos cambios radicales que abrió la revolución, incluso en las relaciones familiares y sexuales, se toparon con los problemas provocados por el aislamiento y el atraso al que se enfrentaba la revolución. No fue la voluntad, sino recursos materiales demasiado limitados para construir una alternativa. Los servicios públicos eran a menudo de baja calidad, por lo que también existía una tendencia a volver a la antigua estructura familiar, y en este proceso, al mismo tiempo, comenzó a producirse la deformación burocrática que llevó al estalinismo, rompiendo con las ideas de Marx. Engels, Lenin y Trotsky, y la revolución de Octubre. Y así, dada la falta de base material para el desarrollo de la familia y también de las relaciones emocionales en un nivel social más avanzado, y por ello, la familia tradicional regresó. Y el régimen estalinista vio en el regreso de la moral tradicional una fuente de estabilidad para el régimen, particularmente, como un instrumento para fortalecer la idea de autoridad. Este proceso también cambió las actitudes hacia la homosexualidad. En 1933-34, se restableció la prohibición de las relaciones homosexuales masculinas. En 1935, el divorcio fue severamente restringido. En 1936, el aborto volvió a ser ilegal.

En su libro, La revolución traicionada, Trotsky explicó que el dogma de la familia se había convertido en la piedra angular de este nuevo llamado socialismo estalinista; la homosexualidad, vista como una amenaza para la familia, se convirtió así en un avance de la decadencia burguesa. Estas posiciones homofóbicas más tarde infectaron profundamente a los partidos estalinistas a nivel internacional, poniendo en peligro lo que debería haber sido un movimiento gay interrelacionado con la clase trabajadora y el propio movimiento revolucionario, y tuvo un efecto nefasto, especialmente a finales de los 60 y 70. Posteriormente, estos partidos cambiaron parcialmente de posición, pero sobre todo para asumir una visión reformista de la lucha por los derechos civiles, reflejando de hecho el reformismo de su programa político y dejando terreno también a las teorías posmodernistas. Y, en algunos casos, adoptándolas a lo largo de las últimas dos o tres décadas.

Tenemos frente a nosotros años de profunda lucha de clases y será un nuevo punto de referencia para todos los oprimidos, a condición de que las ideas del genuino marxismo puedan ser alcanzadas por estas capas. Como decía Yola, debemos derrocar al capitalismo para apoderarnos de los medios de producción y utilizarlos de manera planificada y armoniosa acorde a las necesidades colectivas de la sociedad. Es necesario socializar las tareas del hogar y garantizar con calidad la atención y educación infantil. Es necesaria una reducción de la jornada laboral para que todos tengan el tiempo y la energía para disfrutar de la vida. Esto es posible y, sobre esta base material, podremos romper con las categorías morales perpetradas por la burguesía en cuanto a la estructura de la familia y orientación sexual. Podremos tirar el patriarcado y la homofobia al basurero de la historia, pudiéndose expresar libremente los propios sentimientos sexuales y emocionales.

Nuestra tarea es hacerlo posible; decidir cómo se hará será la tarea de las generaciones futuras.

Gracias.

 

Sam: ¡Hola, camaradas! Me gustaría añadir más a la excelente introducción de Yola al esbozar la explicación marxista de las raíces de la opresión LGBT, una explicación que las insuficiencias de la teoría queer no puede ofrecer.

Como materialistas, entendemos la ideología, que incluye códigos morales y actitudes hacia el comportamiento sexual, como un producto de condiciones materiales. Esto se puede ver en las diferentes actitudes hacia la homosexualidad y los roles de género en diferentes sociedades a lo largo de la historia. El factor determinante en la historia es la producción y reproducción de lo esencial de la vida, esto es, la producción de los medios de existencia y de los propios seres humanos.

En las tribus humanas más antiguas apenas existía una regulación del comportamiento sexual e, incluso, el incesto era común. Fue la selección natural y la supervivencia del más apto lo que finalmente produjo la comprensión de que la abstinencia del incesto producía una tribu más fuerte. Así, la regulación más temprana del comportamiento sexual ocurre como producto de las condiciones materiales. El comportamiento homosexual y la variación de género eran, en realidad, comunes en las sociedades anteriores a la sociedad de clases.

Incluso en las sociedades de clases primitivas, como las basadas en la esclavitud, la homosexualidad también estaba permitida, pero estaba regulada por un estricto código sexual. Por ejemplo, en la Antigua Grecia, a los ciudadanos varones libres se les permitía tener un comportamiento homosexual, pero se prohibía a las mujeres y esclavos. Este código moral se deriva del modo de producción. El papel de las mujeres, incluso las libres, se limitaba simplemente a la producción de hijos, de ahí su estricto sometimiento sexual a sus maridos. El sexo entre esclavos solo se permitiría en la medida en que produjera más esclavos. En una sociedad esclavista, los ciudadanos varones que tuvieran relaciones homosexuales no representaban una amenaza para el modo de producción.

El surgimiento de la sociedad feudal trajo consigo códigos sexuales más estrictos. Bajo el feudalismo, se reforzó la continua dominación masculina de la mujer. Había todo un código moral que limitaba la sexualidad a la familia nuclear hombre-mujer, convertida en la unidad básica de producción. Aunque la homosexualidad y la variación de género estaban generalmente prohibidas en las sociedades feudales, rara vez se señalaba como un delito particular. Los actos homosexuales eran solo una de las muchas prácticas sexuales prohibidas. Este estricto código de moral sexual que, de romperse, a menudo significaba la muerte, era un arma de coerción social utilizada para aterrorizar y controlar a las masas campesinas.

No fue hasta 1869, con el crecimiento del capitalismo, cuando el término homosexualidad apareció en el discurso. No es accidental, ya que la opresión sistemática de los homosexuales surgió de las necesidades sociales y económicas de la sociedad capitalista y burguesa. En 1885, se introdujo en Gran Bretaña la primera ley específicamente contra la homosexualidad masculina. Otros países imperialistas siguieron un patrón muy similar. Estas leyes luego se extendieron por todo el mundo a través del imperialismo y la colonización. Las leyes contra los homosexuales en los países ex coloniales de hoy generalmente datan de esta época.

La aparición de la opresión sistemática del colectivo LGBT bajo el capitalismo tampoco es accidental. La razón radica en los medios de producción y reproducción del capitalismo. Como explicó Yola, el capitalismo utiliza a la familia como unidad social para la reproducción, el mantenimiento físico y la educación temprana de la fuerza de trabajo. La familia nuclear es una unidad monógama, heterosexual, productora y criadora de niños. Para reforzar la familia como institución, el capitalismo ha desarrollado un conjunto de códigos sexuales y morales que la mantienen como la unidad básica de producción. De este modo, cualquier comportamiento sexual que pudiera socavar a la familia fue rigurosamente prohibido. Esta es la base material de la opresión LGBT, pero al igual que otras opresiones, también actúa como una herramienta útil para dividir y aterrorizar a la clase trabajadora.

Por ejemplo, no es casualidad que se esté desatando una vil campaña de odio contra las personas trans en el Reino Unido en un momento de crisis económica. Es solo una de las formas en que la clase capitalista intenta dividir a la clase trabajadora y distraerla de la causa real de sus problemas. Así como el racismo se desarrolló como un medio para justificar la existencia de la esclavitud, pero ha continuado existiendo mucho después de la abolición de la esclavitud, la clase dominante continuará apoyando la homofobia y la transfobia mientras exista el capitalismo.

El camino hacia la liberación para nosotros, las personas LGBT, no es desafiar la categorización como sugieren los defensores de la teoría queer, sino una lucha militante con nuestros aliados en la clase trabajadora para aplastar este sistema podrido. Todos los avances en términos de derechos para las personas LGBT se han ganado en la lucha conjunta con el movimiento obrero. En Gran Bretaña, por supuesto, fue el gobierno laborista el que legalizó la homosexualidad e introdujo el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero esta igualdad legal formal no ha abolido la opresión LGBT en su conjunto. La toma de control de la sociedad por los trabajadores podrá posibilitar la libre expresión de la sexualidad y género como se desee.

Gracias camaradas.

 

Marie: Cuando pensamos en la teoría queer, creo que está bastante claro que puede afectar a muchos jóvenes radicalizados. Porque responde a todos los argumentos de la derecha de que la opresión debe ser natural: que las mujeres pertenecen a la cocina y los hombres son los dirigentes naturales. Y obviamente estamos en contra de este tipo de argumentos. No hay nada natural en la opresión. Pero no debe llevarnos a tirar todo por la borda. No creemos en la teoría queer como respuesta a estos argumentos de la derecha ni tampoco como alternativa de lucha contra la opresión. Si analizamos la teoría queer, filosóficamente es diferente del marxismo. Lo que dice Judith Butler y los teóricos queer puede ser un poco difícil de entender, pero en realidad dicen que el sexo biológico no existe. Es una construcción social.

Como marxistas, decimos que hay una base material para la opresión y que existen sexos biológicos. ¿Por qué es esto importante? Podría parecer más fácil mantenerse al margen del debate porque es bastante tóxico y, obviamente, muchas emociones están involucradas en esto. Antes que nada, quiero dejar claro que luchamos por el derecho de todos a ser como quieran ser. Pero necesitamos adentrarnos en la base filosófica de esta teoría, porque la base filosófica es lo que sienta las bases para la lucha. Y creo que adentrarse en la teoría queer puede parecer muy difícil, cuando se lee a Judith Butler, y parecer muy inteligente, pero deberíamos hacer algunas preguntas muy básicas que esta teoría no es capaz de responder. ¿Cómo surge el discurso?, ¿cómo surge la opresión de la mujer si no es biológica?; ¿por qué se desarrolló de la manera en que se hizo y no de otra manera? Y si los hombres y las mujeres no existen, ¿cómo es que la mitad de la población ha estado oprimida durante miles de años?

Si lees a Butler, dice que no cree que haya habido un tiempo en el que no hubo opresión de las mujeres. Ridiculiza a Federico Engels y a feministas socialistas por sus diferentes intentos de “localizar momentos o estructuras en la cultura que establecieron jerarquías de género”, en sus palabras.

En mi opinión, acaba abriendo las compuertas a los argumentos de la derecha, los mismos argumentos que se supone que la teoría queer rechaza, según los cuales la opresión es natural, ya que afirma no haber habido un tiempo sin opresión y, por tanto, parece natural. Así ha sido. Y ella no tiene otra explicación, no tienen otra explicación a porqué siempre ha sido así. Y habla en contra de Federico Engels y también de nuevos estudios que demuestran que ha habido sociedades en las que las mujeres no estaban oprimidas, como explicó Yola. Eso también significa que Judith Butler y los teóricos queer no tienen soluciones sobre cómo luchar contra la opresión.

La única solución concreta que tiene Butler es ser Drag para mostrar la limitación del discurso actual y expandir la normalidad. De hecho, dicen que no se puede eliminar la opresión, solo se puede intentar expandir el discurso, pero todo es simbólico. Los cambios tratan de hacerse dentro de la sociedad existente, cambiar las palabras no cambia la estructura básica de la opresión. Puedes cambiar la forma en que hablamos de las cosas, pero mientras existan las estructuras básicas de opresión, obtendrás nuevas palabras que expresen el antiguo significado, el antiguo significado opresivo.

Creo que, contrariamente a las intenciones de la mayoría de quienes se autodenominan teóricos queer, terminan jugando un papel contrarrevolucionario. Hace que todos estos jóvenes radicalizados solo miren superficialmente los síntomas de este sistema podrido. Las palabras, el discurso, y no los fundamentos de éste. Y como explicó Yola, también dicen que la opresión es inherente a todos nosotros. Todos somos parte de la opresión, centrando la atención de todos estos jóvenes que quieren cambiar la sociedad a cuestiones de culpa, tratando de descubrir cómo son parte de la defensa de la opresión, en lugar de movilizarlos realmente a la lucha real contra la opresión, que es una lucha contra este sistema podrido del capitalismo, base de todo este tipo de opresiones.

Gracias.

Ylva: Como ha explicado Yola, el hecho de que la teoría queer considere que la opresión está arraigada en el discurso o las normas, puede tener consecuencias muy reaccionarias. Se pone de manifiesto muy claramente en el posicionamiento de muchas feministas queer en relación a la prostitución. Por ejemplo, hay una organización llamada "Feministas por las trabajadoras sexuales", en cuyo manifiesto se dice:

"Respetamos la decisión de las trabajadoras sexuales de participar en el trabajo sexual. Como feministas, rechazamos las declaraciones misóginas según las cuales las trabajadoras sexuales "venden sus cuerpos" o ‘se venden a sí mismas’.”

De esto se deduce que la mayoría de las prostitutas han terminado en el comercio sexual de acuerdo con el llamado libre albedrío voluntario. Y así, la lucha no es acabar con la prostitución, no ven un problema con la prostitución; la lucha es hacer que la gente lo vea como un trabajo normal. Don Kulick, uno de los teóricos queer más destacados de Suecia, va un paso más allá. Argumenta que tanto las “trabajadoras sexuales” como los “compradores de sexo” están estigmatizados porque se desvían de las normas sexuales de la sociedad. Su solución es legalizar la prostitución, sindicalizar a las “trabajadoras sexuales” y trabajar para mejorar sus “condiciones laborales”. Esto ignora por completo la realidad del tráfico sexual, la prostitución infantil y las muchas razones por las que los niños y las mujeres terminan en la prostitución. Un ejemplo, de unas 20 millones de prostitutas en India, 16 millones de mujeres y niñas son víctimas de la trata sexual. En 2016, 3,8 millones de adultos y 1 millón de niños fueron víctimas de explotación sexual forzada en todo el mundo.

En general, es la extrema desesperación y la pobreza lo que obliga a mujeres y niños a prostituirse. Y son víctimas de quienes ganan enormes sumas de dinero con la “industria del sexo”. La ONU estima que la trata sexual es la segunda mayor fuente de ganancias ilícitas en el mundo después del tráfico de drogas. Pero estos teóricos queer están completamente ciegos a esto. Encerrados en sus torres de marfil, ven el mundo y la desesperación de los seres humanos explotados, simplemente como un fenómeno interesante de observación y análisis.

Recientemente leí sobre una aldea, Chitrakoot, en Uttar Pradesh, en India, donde las comunidades tribales pobres tienen que enviar a sus hijas de 12 a 14 años a trabajar en minas ilegales debido a la pobreza. Y sus jefes solo aceptan pagarles su salario si también venden sexo. Hay muchos más ejemplos en los que no puedo entrar. Pero, incluso si se excluyera a quienes son vendidas, secuestradas o forzadas a prostituirse por necesidad económica, ni siquiera alcanzaría la imagen color de rosa de la mujer adulta, que por su propia voluntad entra en el “trabajo sexual”, como a las feministas queer les gustaría pintarlo. En Suecia, como en muchos otros países, niñas de 13 a 14 años terminan en la prostitución a través de foros de Internet, donde son atraídas gradualmente, tal vez no siempre por necesidad económica, pero siempre por otros problemas: problemas de salud mental, por ejemplo, cuando “vender sexo” se convierte en una forma de hacerse daño.

La prostitución no es un “trabajo como cualquier otro”, en general, se parece más a la esclavitud. Las feministas queer hablan de sindicalización, pero claramente no tienen un concepto de lo que realmente significa la lucha de clases. ¿Van a organizar a los niños de 12 años en India, a los de 14 en Suecia, a las mujeres en los burdeles e ir a la huelga? Esas mujeres y niñas simplemente perderían a sus clientes o serían expulsadas. Las feministas radicales y aquellas feministas queer que no están de acuerdo con este enfoque se consideran superiores. Pero ¿qué ofrecen como solución? Muchas de ellas alaban el llamado modelo sueco de prostitución, donde el acto de vender sexo es legal pero el acto de comprar sexo o administrar burdeles es ilegal.

Sin embargo, como muchos han señalado, la ley sueca sobre prostitución solo ha llevado a “condiciones de trabajo” mucho más peligrosas para las prostitutas, ya que se ven obligadas a realizar “su trabajo” en condiciones más clandestinas. Y se invierten muy pocos recursos para ayudar a las mujeres y las niñas a dejar la prostitución. Argumentan que el castigo para los hombres que compran sexo debería ser más duro de lo que es hoy, ya que la mayoría se va con una pequeña multa. Muchos países tienen leyes estrictas contra la compra de sexo, pero eso tampoco ha ayudado a frenarlo. Todo lo que las feministas radicales tienen que ofrecer es el mismo idealismo que las feministas queer: tenemos que cambiar las ideas de la gente. Dicen: tenemos que hacer entender a los hombres que comprar el cuerpo de una mujer está mal. Pero hay que entender de dónde vienen estas ideas. La prostitución está profundamente arraigada en el sistema capitalista, arraigada en la opresión de las mujeres donde las mujeres están subordinadas a los hombres dentro de la familia. El capitalismo encuentra muchas formas diferentes de sacar provecho del sexismo - a través de la pornografía, el comercio sexual, la industria de la belleza - la clase dominante promueve ideas degradantes de la sexualidad de las mujeres en toda la sociedad. Los propios capitalistas, políticos y otros representantes de las instituciones burguesas suelen ser clientes frecuentes de prostitutas. Y la mayoría de las veces, su dinero y poder hace que se salgan con la suya.

Hipócritamente, muchas de las políticas que se autodenominan feministas y afirman que quieren acabar con la prostitución están empujando a las mujeres a la prostitución a través de sus políticas de recortes y ataques contra el nivel de vida de la clase trabajadora. La respuesta a esta pregunta no se puede encontrar en cambiar esta o aquella ley, o un llamado nuevo discurso. Para acabar con la prostitución debemos acabar con todas sus causas, y eso requiere acabar con el capitalismo. En una sociedad socialista donde el trabajo, la vivienda y el bienestar estarían disponibles para todos, nadie se vería obligado a vender sus cuerpos, nadie podría ganar dinero vendiendo a otro ser humano, el sexismo ya no se promovería en la sociedad, se aboliría la base material de la opresión. Eso sentaría las bases para el fin de la prostitución.

 

Laurie O: Hoy en día, a las personas transgénero, en particular, se les dice que un nuevo enfoque sobre  el sexo y el género es vital para su liberación. Pero la verdad es que las personas transgénero, no solo se enfrentan a discursos opresivos, sino a una realidad opresiva. En 2018, un informe publicado por una importante organización benéfica LGBT en el Reino Unido encontró que el 25% de las personas transgénero habían experimentado la falta de vivienda. El 25% también había sido discriminada por los propietarios. Uno de cada ocho trabajadores transgénero en el Reino Unido había sido agredido físicamente en el trabajo.

Si bien, como marxistas, entendemos que la teoría puede ser muy poderosa, sabemos que es el caso siempre que explique la experiencia real de la gente. De lo contrario, podemos inventar las narrativas que queramos, pero no tendrán ningún impacto en el mundo real. Sin embargo, deberíamos ser justos. La exactitud de cualquier idea se puede probar en la práctica. Podemos hacer esto con la teoría queer: la teoría queer afirma que, si podemos cambiar el discurso, podemos cambiar la realidad. Y, en verdad, el "discurso" ciertamente ha cambiado. El argumento presentado por los teóricos queer de que el sexo biológico no existe ha ganado una mayor tracción, especialmente en los círculos académicos. ¿Ha cambiado esto las cosas para mejor? En los últimos dos años, tanto en el Reino Unido como en todo el mundo, la situación de las personas transgénero ha empeorado. Solo en el Reino Unido, los delitos de odio contra las personas trans aumentó un 81% en 2019.

A finales de mayo, el gobierno húngaro prohibió el reconocimiento legal de género para las personas transgénero. En Estados Unidos, ahora es legal que un médico se niegue a tratar a las personas transgénero, una política que indudablemente provocará muertes. Esto no surge de la nada, sino de un ataque político dirigido contra personas transgénero, como ya explicó Sam. En un contexto de  desconfianza de la gente hacia los gobiernos, y de indignación por la crisis general del capitalismo, los gobiernos burgueses harán cualquier cosa para redirigir esa ira hacia canales más seguros. También ayuda que, en una era de austeridad, los gobiernos de todo el mundo deban hacer recortes. Ya no pueden permitirse el lujo de brindar atención médica a las personas transgénero. En lugar de ser francos sobre el hecho de que no quieren gastar el dinero, ¿no es más atractivo y barato afirmar que las personas transgénero son depredadores, mentirosos o víctimas engañadas? Y todo esto se sustenta en una verdad material aún más vital. Como ya explicó Sam, el capitalismo requiere que la familia nuclear burguesa reproduzca a la clase trabajadora. Esta narrativa no surge de la nada. Tiene una base en la realidad. Argumentar que se puede cambiar interpretando nuestro género de manera diferente, o cuestionando la realidad del sexo biológico no tiene sentido. Al mismo tiempo que la situación de las personas transgénero ha ido empeorando, la popularidad de la "teoría queer" ha ido aumentando constantemente. En 2019, el término ‘teoría queer’ fue mencionado más que en cualquier otro año en libros y publicaciones académicas. Creo que esto prueba que la publicación de más libros no resolverá el problema de la opresión. De hecho, combinar una teoría incorrecta con la lucha genuina contra la opresión daña más que beneficia.

Recientemente, hemos visto a los Conservadores en el Reino Unido pidiendo regulaciones más estrictas sobre las personas transgénero, bajo el disfraz de atacar la teoría queer. En palabras del parlamentario conservador, Danny Kruger, en un artículo publicado esta semana:

“El sexo es asunto del Estado. La distinción entre masculinidad y feminidad es un componente fundamental de nuestra sociedad. Que alguien cruce la frontera entre los dos es un gran problema, y ​​requiere el permiso del Estado".

Y concluye: “conceder las exigencias del lobby trans radical: que el sexo no se fija en la biología, es traicionarse. Estaríamos en Alicia en el país de las maravillas, o en 1984, donde la verdad es lo que los responsables decidan que es".

Claramente no tiene una preocupación genuina por las personas transgénero. Pero debemos admitir que la idea incorrecta de que el sexo biológico no existe se ha convertido en una forma fácil de atacar a todo el movimiento por los derechos de las personas transgénero. No debemos permitir que estas ideas se conviertan en las únicas ideas en el movimiento contra la opresión de las personas transgénero. Las personas transgénero son una minoría oprimida cuyas vidas a menudo se ven devastadas por la pobreza, la falta de vivienda y la discriminación en el trabajo. No se trata simplemente de temas interesantes para que los académicos revisen teorías y avancen en sus propias carreras. En cambio, debemos presentar una explicación marxista que tenga como objetivo eliminar la base material de esa opresión. Por supuesto, acabar con el capitalismo no acabará con los prejuicios de la noche a la mañana. Pero como se suele decir, si alguien quiere oprimirme, ese es su problema. Si tienen el poder de oprimirme, es mío.

En un mundo donde esté garantizado el derecho a un hogar y atención médica, donde el Estado capitalista y las patronales no tuvieran derecho a aterrorizar a los trabajadores transgénero, muchos problemas se resolverían casi de inmediato, problemas para los que los teóricos queer nunca han propuesto ninguna solución. En 1917, el partido bolchevique, a través de la lucha de clases, barrió siglos de opresión con más facilidad que cualquier otra sociedad. Si realmente queremos poner fin a la opresión, debemos seguir ese legado y estudiar la teoría marxista. Para cambiar el mundo, necesitamos entenderlo como realmente es, no como desearíamos que fuera.

Respuesta:

Yola: Gracias a todos los compañeros por sus excelentes intervenciones. Los numerosos ejemplos y cifras concretas que se dieron son muy útiles para comprender con mayor profundidad la opresión de las personas LGBT. Como demostró Sam en su reseña histórica de la sexualidad en la sociedad de clases, la opresión de los homosexuales y otras sexualidades e identidades divergentes asumió muchas formas diferentes a lo largo de la historia. La teoría queer toma estos cambios a lo largo del tiempo para argumentar que en realidad no hay sexualidad natural en absoluto, por ejemplo, Eve Kosofsky Sedgwick, otra conocida escritora de la teoría queer sostiene que los términos 'homo' y 'hetero' (sexualidad) solo surgieron en el siglo XIX, y concluye que no existía tal cosa primero. Según ella, solo había una sexualidad indefinible en todo tipo de direcciones. Esto está completamente en línea con el argumento idealista de que las ideas y el lenguaje crean la realidad y no al revés.

Pero como marxistas queremos ver las fuerzas subyacentes que operan en la sociedad, de esta manera podemos entender que las diferentes formas de opresión y regulación de la sexualidad tienen una causa material en la sociedad de clases. Alessio dio un buen análisis de la revolución rusa para demostrarlo. Y cómo los bolcheviques en los primeros días de la revolución rusa aplicaron reformas para el bienestar público y doméstico. Y esto inició la desmitificación de la familia. También aludió a cómo la degeneración de la revolución detuvo este desarrollo. Esto muestra claramente que los marxistas no creen que el sexismo, la opresión y la discriminación de las mujeres desaparezcan automáticamente después de expropiar a los capitalistas, como a menudo se afirma en críticas muy superficiales al marxismo y como también señaló Laurie. Pero esta comprensión materialista de la familia es una clave importante para la comprensión que se explica fundamentalmente en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, de Engels.

El análisis del ámbito familiar y privado también fue central para las feministas radicales en los años 60 y 70, aunque no sacaron las conclusiones correctas de él. Y como señaló Marie, la teoría queer también rechaza un análisis histórico. En la teoría queer, la cuestión de la familia, que es esencial para comprender la opresión, ya no juega ningún papel. La visión individualizada de la sociedad es visible en particular en esto. Y está relacionado con la cuestión de la prostitución. Y es un buen ejemplo de estas visiones como mostró Ylva.

Muchas veces he leído o escuchado en los círculos, periódicos, artículos feministas y queer que la prostitución supuestamente desafía la rígida moral sexual en nuestra sociedad y que es una forma de desafiar a la familia monógama y es una forma de libertad y empoderamiento individual. Ahora bien, si bien esto podría ser cierto para una minoría muy pequeña, esto no es en absoluto lo que la prostitución es, como fenómeno general, en nuestra sociedad. En materia de prostitución, la teoría queer y algunas feministas elevan al individuo a lo excepcional. En Viena, la cuestión de la prostitución es la razón por la que no tenemos una manifestación unida el día de la mujer todos los años. Tenemos marchas separadas, una feminista y otra queer. Los organizadores queer encuentran ofensiva la anti-prostitución de las feministas radicales. La otra razón es que las feministas solo permiten mujeres y otros "no hombres" en el bloque LGBT, y no permiten hombres cis. Lo que demuestra que ambos movimientos están equivocados.

Así que, volviendo a la prostitución, en realidad, la violencia y la violación no son la excepción sino la regla. Un estudio de 2003 mostró que el 75% de las prostitutas han sido violadas y el 82% han sufrido agresión física. Así que éste no es un “trabajo” normal y muestra el cinismo de la posición de las feministas queer a este respecto. Engels señaló correctamente que la prostitución o la infidelidad, lejos de ser un acto de resistencia por parte de la familia monógama, son en realidad su contraparte necesaria, y que la familia monógama no puede simplemente ser abolida, como el Estado simplemente no puede ser abolido, debe ser reemplazado por algo, que está ilustrado gráficamente por los escritos de Trotsky sobre la familia en la Unión Soviética (Problemas de la vida cotidiana).

Aquí es donde exigimos la socialización del cuidado y las tareas del hogar. Una exigencia que nunca podrá cumplirse en el capitalismo y menos en un período de crisis. Como explicó Laurie, los capitalistas van en la dirección exactamente opuesta. Mediante recortes en la atención médica y hacia la austeridad general, se fortalece la base material de la familia. Y al mismo tiempo, la propaganda y los ataques contra las mujeres y los derechos trans se intensifican en muchos países. Pero en los últimos años también hemos visto grandes movimientos contra este tipo de ataques. Algunos de ellos tratan específicamente de las mujeres o los derechos LGBT, como la gran protesta a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo en Irlanda, el poderoso movimiento contra la violencia contra las mujeres en México, la lucha contra las leyes restrictivas del aborto en Polonia hace unos años, y la gran huelga de mujeres en muchos países, especialmente en España. En estos movimientos, se están probando ideas y líderes y podemos ver cómo en la práctica las políticas de identidad de división están siendo dejadas de lado por las masas. Por ejemplo, una de las líderes feministas quería que la huelga fuera liderada solo por mujeres, lo que en efecto habría significado que los hombres actuarían como rompehuelgas, pero los hombres participaron en estas huelgas de todos modos.

El curso de la historia es la mejor práctica para las ideas, mostrando cuáles son correctas o no. Los años 2019-2020 fueron los años más turbulentos desde hace mucho tiempo, con levantamientos revolucionarios en todo el mundo, y con respecto a esto, recientemente leí un artículo esclarecedor de Judith Butler. En febrero de este año, escribió un artículo para un periódico alemán usando a Hegel de forma completamente distorsionada, al hablar sobre la dialéctica del amo y del esclavo. Básicamente, sostiene que no podemos evitar que haya desigualdad en la sociedad. Pero deberíamos ser amables el uno con el otro. Toma a Hegel para defender una asociación social entre capital y trabajo básicamente.

Escribe: "Por supuesto que no digo que vivamos en tiempos revolucionarios, tal vez lo hagamos sin que me dé cuenta".

Así que este es un buen ejemplo de teoría queer y su base filosófica en la realidad. Si bien legitima el opresivo sistema actual, es ciego a las luchas reales que ocurren en la sociedad. Sé que hay muchas personas que simpatizan con la teoría queer, y también son anticapitalistas. La teoría queer parece dispensar un vocabulario a la discriminación y la desesperación que muchas personas sienten. Sin embargo, como se nos muestra y como Marie explicó en particular en su contribución, la teoría queer no explica la opresión en absoluto. La opresión no se puede explicar por identidades personales. Y ni la identidad ni la narrativa son, en última instancia, lo que nos oprime. En realidad, me saltan las alarmas cuando escucho las palabras “identidad”, “narrativa” o “discurso”, porque en el 90% de los casos hay algún concepto idealista detrás de esto. La teoría queer refuerza una visión muy pesimista del mundo porque se alimenta de ser diferente, del no encajar nunca y de no tener nada en común con los demás. Al mismo tiempo que se acusa a todos de oprimir a los demás y de reproducir el poder, fomentando un sentimiento de culpa permanente, sin ofrecer una perspectiva de unidad y lucha en la revolución.

Como marxistas, no debemos hacer concesiones de ningún tipo a conceptos dañinos e idealistas. Debemos liderar la lucha real contra la opresión y la discriminación, y esto significa liderar una lucha contra el capitalismo. El marxismo es el único método que puede explicar sistemáticamente las raíces de la opresión, y los marxistas han estudiado meticulosamente la historia de la lucha de clases para aprender de ella. Sabemos lo que se necesita para que podamos alcanzar la libertad, por eso quiero instar a todos los compañeros que aún no son miembros de la CMI a que se unan a nosotros y luchen junto a nosotros. Gracias.