Su moral y la nuestra: Marxismo frente a pacifismo

Fecha: martes 28 de julio

Hora: 13:00 - 16:30 (BST)

Una de las muchas calumnias lanzadas a los bolcheviques es que eran intrigantes sanguinarios que se salieron con la suya por medios violentos. Esta es una crítica compartida tanto por la burguesía hipócrita, como por los elementos de la izquierda. Estos pacifistas dicen que necesitamos paz, amor y comprensión para contrarrestar la brutal represión del capitalismo, no la revolución violenta. Pero, ¿la clase dominante renunciará alguna vez al poder sin luchar? ¿Cuál es la verdadera actitud marxista hacia la violencia y el pacifismo? Nuestro orador, Ben Gliniecki, es un destacado activista de la Corriente Marxista Internacional. 

Transcripción

Ben: El año pasado hubo una revolución en Sudán. El movimiento revolucionario era muy poderoso; amenazaba con una transformación fundamental de la sociedad, y la destrucción total del antiguo régimen. La Junta Militar gobernante entendió que la única manera de preservarse y aplastar este movimiento de masas era aterrorizándolo.

Desataron una milicia llamada Fuerzas de Apoyo Rápido - una milicia basada en los elementos más atrasados de la sociedad, y se ensañaron en las zonas de protesta, saqueando, golpeando, violando y matando. El régimen aterrorizó a los líderes del movimiento con un acuerdo que deja a los militares efectivamente al mando hoy en día.

La única manera de detener el saqueo, los golpes, las violaciones y los asesinatos; la única manera de llevar a cabo los objetivos de esa revolución habría sido armar a la clase obrera. Darles armas para defenderse, crear comités de autodefensa y matar a los milicianos. La clase obrera necesitaba armarse apelando a las filas del ejército para que se unieran a la revolución y desarmaran a las milicias.

La violencia, aquí, no era una cuestión abstracta de teoría o moral o filosofía. Para la revolución era matar o ser asesinado. Pero la dirección de la revolución sudanesa, que a su favor fue muy lejos en la organización de la lucha, sin embargo, sacrificó la revolución en el altar del pacifismo. Y fue elogiada por hacer esto por los reformistas y los llamados izquierdistas de todo el mundo.

Uno de estos líderes sudaneses habló en una conferencia de los Socialistas Democráticos de América el año pasado. La revista Jacobin publicó una entrevista con ella. Ella dijo:

"Una de las cosas que nos mantuvo vivos es que estábamos en paz. Así que, no importa cuánto traten de provocarnos para que usemos la violencia, la gente no lo haría. No importa cuántas veces traten de matar y violar a las niñas y nos metan en la cárcel. La gente tiene mucha rabia, decepción, tristeza, pero nos mantuvimos en pacíficos. No fue fácil, pero así fue".

Estos cálidos sentimientos pacifistas son de poca utilidad para todos los trabajadores que fueron golpeados, violados y asesinados luchando contra la dictadura militar en Sudán. Tampoco son útiles para aquellos que continúan sufriendo bajo ella hoy en día.

Los acontecimientos del año pasado en Sudán demuestran, no en teoría sino en la práctica, que el pacifismo es veneno en el movimiento revolucionario. La guerra civil librada por los líderes militares sudaneses contra su propio pueblo fue para proteger los intereses de la clase dominante sudanesa y los imperialistas.

Esto es lo mismo que la fuerza motriz de la guerra moderna entre naciones. Es decir, el choque entre los intereses de los diferentes Estados capitalistas que, en última instancia, son los intereses de los grandes bancos y monopolios.

El Estado capitalista moderno, que hace la guerra, y la hace ahora contra su propio pueblo, ahora contra un Estado rival, actúa en todo momento simplemente como un comité para gestionar los asuntos comunes de toda la burguesía. Y esa burguesía necesita violencia. La evolución natural de un sistema de producción para el intercambio ha creado la concentración de la riqueza y la monopolización de las fuerzas productivas en un pequeño puñado de personas.

Y esto produce antagonismos. Entre las clases, mientras la clase dominante trata de mantener la explotación de los trabajadores. Y entre diferentes camarillas de la burgesía, representados por sus Estados nacionales, impulsados por la competencia capitalista.

Ahora bien, la clase capitalista tiene muchas armas a su disposición para luchar contra los trabajadores de su propia nación, y los capitalistas de otras naciones, como la propaganda o la diplomacia. Pero, en última instancia la historia nos muestra que la fuerza desnuda es el único método mediante el cual el capitalismo puede resolver temporalmente sus contradicciones y sostenerse.

Y esto es importante, escriban esta parte:

La guerra, entonces, no es una aberración externa al capitalismo. No es un error, no es un accidente. Está construida en sus cimientos.

A lo largo de la historia, el objetivo de cualquier clase dominante siempre ha sido la ventaja económica. La fuerza sólo ha sido un medio para conseguirlo. La guerra se libra, no por su propio interés, sino para conquistar nuevos mercados, materias primas y esferas de influencia.

El famoso teórico militar Clausewitz dijo: "la guerra es la continuación de la política por otros medios". Y la política, como dijo Lenin, es economía concentrada. Así que las leyes y la lógica de la guerra, la política y la economía no están separadas, están entrelazadas.

Trotsky señaló que los objetivos de una "paz" imperialista no son diferentes a los de una guerra imperialista. Los estados capitalistas, incluso en tiempos de paz, son sistemas organizados de violencia para la explotación y opresión de la mayoría por la minoría, a través de la policía, el ejército, los tribunales y las prisiones. Estos métodos violentos de dominio de clase para preservar los intereses burgueses en el país encuentran su gemelo en las guerras en el extranjero.

Entonces, ¿qué conclusión sacamos de esto? Sólo el derrocamiento del sistema capitalista y de la sociedad de clases puede poner fin a la guerra. Mediante la lucha de clases, debemos acabar con las fuerzas represivas de la clase burguesa, tanto si se utilizan a nivel nacional como internacional. Esta es nuestra política, tanto en tiempos de "paz" capitalista como en tiempos de guerra capitalista.

En tiempos de 'paz' burguesa podemos utilizar las huelgas para separar a los trabajadores de los patrones, eventualmente con comités de huelga y consejos obreros como alternativas al poder del estado burgués. Exigiríamos la nacionalización bajo control obrero de las principales industrias; y muchas otras cosas. Así es como rompemos el poder represivo de la clase dominante.

En tiempos de guerra imperialista nuestras políticas tienen el mismo objetivo, adaptado a las diferentes circunstancias. En la Segunda Guerra Mundial fuimos la única tendencia que evitaba el pacifismo impotente o el chovinismo reaccionario. El Partido Comunista Británico, por el contrario, adoptó ambas posiciones una tras otra, lo que los aisló de la clase obrera avanzada de Gran Bretaña. Adoptamos lo que se conoció como la Política Militar Proletaria.

Los trabajadores británicos comprendieron instintivamente la amenaza que el fascismo representaba para la clase obrera, y por lo tanto querían luchar contra Hitler. Y nosotros alentamos esto, pero sin hacer ninguna concesión, o dar ningún apoyo a Churchill y a la clase dominante británica.

Agitábamos por las huelgas entre los trabajadores contra los grandes capitalistas que se beneficiaban del trabajo bélico. Llamamos a los trabajadores a las armas para que se unieran a la lucha contra los ejércitos nazis, pero también agitamos entre los soldados por sus derechos democráticos, contra el uso del ejército británico por parte de Churchill contra los partisanos griegos, por ejemplo, y en todo momento expusimos el carácter imperialista de la clase dominante británica.

Nos propusimos romper el poder represivo de la clase dominante rompiendo el dominio de los oficiales del ejército. Nuestra política hacia la guerra, entonces, no era pacifista, sino diseñada para aplastar el militarismo capitalista.

Bien, entonces, en el Manifiesto Comunista, Marx y Engels explican la conexión entre la guerra y la lucha de clases, dicen:

"En la medida en que se ponga fin a la explotación de un individuo por otro, también se pondrá fin a la explotación de una nación por otra. En la medida en que el antagonismo entre las clases dentro de la nación se desvanezca, la hostilidad de una nación hacia otra llegará a su fin."

Esto significa que estamos a favor de la lucha de clases y de la revolución socialista proletaria en nuestros países, en todo momento. A diferencia de los pacifistas, para quienes la lucha de clases es secundaria en una situación de guerra, nosotros apuntamos a fortalecer la lucha de clases en tiempos de paz y en tiempos de guerra. Naturalmente utilizamos métodos diferentes, determinados por las circunstancias, pero siempre con el objetivo de debilitar o quebrantar las fuerzas represivas de la clase burguesa.

Ahora bien, la guerra que debería haber librado la revolución sudanesa contra la junta militar podría haber roto esas fuerzas represivas. Y así, a pesar de la violencia y el derramamiento de sangre, que condenamos como un producto inevitable de la sociedad de clases, tal guerra habría sido históricamente progresiva.

No estamos a favor o en contra de la guerra "en general". Basamos nuestra política en cualquier guerra concreta. Las guerras que se libran por la liberación de los pueblos y clases oprimidas son progresivas y las apoyamos. Pero las guerras que se libran en interés del imperialismo, aunque se califiquen de "defensivas" o por el "derecho de las naciones a la autodeterminación" son reaccionarias y nos oponemos a ellas. Y esto es importante, escríbelo también:

La violencia utilizada por el propietario de los esclavos para mantener a un esclavo encadenado no es la misma para nosotros que la violencia utilizada por el esclavo para romper esas cadenas.

Todas estas ideas son un libro cerrado para los pacifistas, que ven la no violencia como una norma moral, obligatoria para todos, para todos los tiempos. Pero la sociedad no se rige por una moral fija o abstracta, se rige por la lucha de fuerzas vivas e históricas expresadas a través de las clases.

Ahora bien, una parte del papel de los marxistas consiste en exponer las causas de la guerra, analizar el significado histórico de una guerra determinada y decir la verdad a la clase obrera sobre el capitalismo y el imperialismo.

Mientras tanto, la clase dominante deliberadamente oscurece la base objetiva de la guerra. Apelan a la idea abstracta del "pacifismo" como un engaño calculado para enmascarar la verdadera naturaleza de clase de sus acciones.

En 2003 George Bush y Tony Blair dijeron que querían invadir Irak para destruir las armas de destrucción masiva y asegurar la paz mundial. De hecho, la guerra de Irak fue por el petróleo y nada que ver con la paz.

De manera similar, Woodrow Wilson ganó las elecciones presidenciales de EE. UU. en 1916 con un programa pacifista. Le convenía a la clase dirigente de EE. UU. evitar la guerra en ese momento, para que pudiera beneficiarse más de la venta de armas y el beneficio en general de la guerra. El lema de Wilson de "paz" ocultaba los intereses imperialistas. Pero en un año los intereses del imperialismo estadounidense cambiaron y ese mismo pacifista llevó a los EE. UU. a la Primera Guerra Mundial. Este es el cinismo con el que la clase dominante trata la idea de "pacifismo".

Los marxistas ven a través de esta hipocresía. Pero la pequeña burguesía y los reformistas no. Creen en las mentiras de la burguesía sobre su deseo de "paz". Consideran que la guerra es el producto, no de las contradicciones insolubles del capitalismo, sino de la locura o los errores individuales.

Por eso los dirigentes de la Segunda Internacional -los llamados marxistas que dirigen los partidos socialdemócratas- votaron a favor de la Primera Guerra Mundial porque creyeron en la propaganda de sus propias clases dirigentes de que estaban librando una guerra defensiva por la paz contra enemigos extranjeros sedientos de sangre.

Y es por eso que Jeremy Corbyn, ex líder del Partido Laborista del Reino Unido se ha tragado la mentira burguesa de que las Naciones Unidas son una fuerza de paz, capaz de persuadir a los imperialistas para evitar la guerra.

Los reformistas creen que la clase dominante puede ser persuadida de no ir a la guerra, por la misma razón por la que creen que los capitalistas pueden ser persuadidos de otorgar concesiones económicas a la clase obrera.

Fundamentalmente, reemplazan el análisis materialista de la sociedad por el idealismo filosófico. No entienden cómo funciona realmente el sistema capitalista - que no puede permitirse concesiones o paz en tiempos de crisis.

Los líderes de la Segunda Internacional se adaptaron a las condiciones del auge capitalista antes de 1914. Y ese auge suavizó las relaciones entre clases y entre naciones. Había suficientes beneficios para mantener a los imperialistas contentos, e incluso para hacer algunas concesiones a la clase obrera, así que todo el mundo estaba encantado. Los líderes socialdemócratas por lo tanto creían que el capitalismo había resuelto sus contradicciones. Veían la lucha, entre clases y entre naciones, como algo externo e innecesario para el desarrollo.

Las ideas de Jeremy Corbyn, igualmente, son producto del boom de la posguerra, un período en el que los antagonismos de clase eran menos agudos. Él cree que la austeridad y la guerra son cuestiones puramente ideológicas, sin ser afectadas por las leyes del desarrollo y la crisis capitalista.

Pero el punto es que el capitalismo no puede resolver sus contradicciones, sólo puede superarlas temporalmente durante un período de tiempo, como los años anteriores a 1914 o los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial en Europa. Pero cuando las contradicciones vuelven inevitablemente a la superficie, como ocurrió en 1914 por ejemplo, se hace necesaria la lucha, entre clases y entre naciones.

En esas circunstancias, los reformistas que se han adaptado al compromiso de clase y a la gentil diplomacia internacional encuentran el terreno minado. Pero aún así intentan aferrarse a esa posición de independencia de la lucha.

Adoptan, pues, la idea, que no tiene ningún fundamento teórico ni práctico, de que es posible asegurar la paz por métodos ajenos a la lucha de clases y a la revolución socialista, como la "presión", por ejemplo, la presión sobre los imperialistas. Lo hacen y se llaman a sí mismos pacifistas.

En realidad, cualquier "presión" real por la paz sólo ha sido el resultado de la lucha revolucionaria de la clase obrera por el poder.

No fueron las peticiones liberales, sino la Revolución de Octubre de 1917 la que sacó a los obreros y campesinos rusos de la Primera Guerra Mundial. No fueron las súplicas pacifistas, sino la Revolución Alemana de 1918 la que llevó esa guerra a su fin. No fue la presión moral, sino los comités de acción revolucionarios y una huelga de estibadores lo que obligó a los británicos a retirar al ejército invasor de la Rusia soviética en 1920.

¿Qué se desprende de esta comprensión del pacifismo? El pacifismo, entonces, como dijo Trotsky, no es más que el sirviente del imperialismo. Los pacifistas ayudan a los imperialistas a encubrir sus crímenes, pintándolos como errores ideológicos de los individuos en lugar del inevitable producto del capitalismo y el imperialismo. El pacifismo proporciona una salida para el descontento, mientras garantiza que no haya una oposición real.

Las Naciones Unidas encarnan esta impotencia pacifista. Es un circo en el que las pequeñas naciones ventilan sus quejas, mientras que las grandes vetan todo lo que vaya en contra de sus intereses.

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado repetidamente resoluciones condenando la violencia de Israel en Palestina, sólo para ser vetadas por los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. ¡Qué burla al llamado papel de "mantenimiento de la paz" de la ONU!

Igualmente, la ONU es impotente para evitar que las grandes potencias vayan a la guerra cuando quieran. La campaña de bombardeo de 1999 de la OTAN contra Kosovo no contó con la aprobación de la ONU. Tampoco la invasión de Irak por parte de los Estados Unidos y el Reino Unido en 2003. En 1960 la ONU envió una fuerza de "mantenimiento de la paz" a lo que hoy es la República Democrática del Congo, y eso resultó en el asesinato de Patrice Lumumba, el primer ministro congoleño, y la dictadura de Mobutu, que era una herramienta del imperialismo. Esta es la impotencia de las Naciones Unidas.

La ONU es una elaborada muestra de pacifismo que es completamente hueca en su interior. Los pacifistas que celebran la ONU son, consciente o inconscientemente, sirvientes de los intereses imperialistas que oculta. Fomentan la peligrosa ilusión de que las contradicciones fundamentales del sistema capitalista son simplemente puntos de vista ideológicos que pueden ser cambiados por la persuasión.

León Trotsky fue despiadado en su crítica a los pacifistas, a quienes veía como desviando la atención de las masas de los procesos reales de la sociedad. Explicó que no se elimina el peligro de la guerra, por ejemplo, con el desarme, un lema pacifista. Dijo que:

"Un programa de desarme mientras los antagonismos imperialistas sobreviven es la más perniciosa de las ficciones. Los imperialistas no hacen la guerra porque haya armamento; al contrario, forjan armas cuando necesitan luchar."

Podríamos decir lo mismo de la OTAN, o de otras alianzas imperialistas. Hay pacifistas que abogan por el desmantelamiento de la OTAN para evitar la guerra. ¿Pero son las alianzas militares las que causan la guerra? ¿O es la inevitable tendencia capitalista a la guerra la que hace necesarias las alianzas imperialistas? Abolir la OTAN no resolverá las contradicciones fundamentales del capitalismo, que son la fuerza motriz de la guerra. Los pacifistas confunden causa con efecto.

Contra los pacifistas los marxistas dicen: sólo podemos combatir la guerra imperialista con una guerra civil contra la clase capitalista. Nuestra consigna no es para la paz, sino para la guerra de clases. Nuestros enemigos no son los trabajadores de otras naciones, sino la burguesía internacional, empezando por la clase dominante de nuestros propios países.

Este es el programa terminado del marxismo. Pero debemos conectar este programa con el estado de ánimo de las masas en un momento dado que es inacabado, confuso y contradictorio.

En la mayoría de los casos, el deseo de paz entre los trabajadores es saludable, no es un pacifismo reaccionario. Es una sana reacción contra el imperialismo y la hipocresía burguesa. Nuestro papel, entonces, es señalar la hipocresía de la burguesía cuando habla de paz, y explicar que la clase capitalista nunca ha sido un garante fiable de la paz porque la competencia capitalista entre las camarillas burguesas nacionales conduce inevitablemente a la guerra. Nosotros también queremos la paz, pero sólo un estado obrero, en nuestro país y en todos los demás, puede garantizarla.

Esto requiere la lucha de clases, en torno a, por ejemplo, exigencias transitorias como las que planteó nuestra tendencia en Gran Bretaña en el pasado, como el gasto público en obras públicas en lugar de armas, la nacionalización bajo control obrero de la industria de armamentos, o como bases militares que deben ser sometidas al control democrático de la clase obrera.

El hecho de que los trabajadores deseen la paz, no los convierte en pacifistas reaccionarios. De la misma manera, el deseo de los trabajadores de luchar no siempre es reaccionario, como el ánimo de los trabajadores de luchar contra Hitler en la Segunda Guerra Mundial, o el ánimo de las masas de una nación oprimida de luchar por la autodeterminación. En tales situaciones, la Política Militar Proletaria que describí anteriormente debe ser aplicada. Esto también requiere la lucha de clases en torno a demandas específicas como la huelga contra los especuladores de la guerra, y requiere que dividamos las filas del ejército de los oficiales burgueses o pequeñoburgueses del ejército.

En todos los casos, tanto si el ánimo de las masas es de paz como de guerra, y teniendo en cuenta todas las peculiaridades históricas y locales, debemos aspirar a romper el militarismo capitalista y poner de relieve la necesidad de que la clase obrera lleve a cabo una política independiente de los intereses de su propia clase capitalista.

Cuando esto ocurre, incluso de forma limitada, puede tener un gran efecto. El año pasado un barco saudí atracó en el puerto italiano de Génova para recoger armas para su uso en la guerra imperialista contra el Yemen. Los estibadores se declararon en huelga y se negaron a cargar las armas. La confederación de sindicatos italianos apoyó la huelga, haciendo que otros puertos italianos también estuvieran fuera del alcance del barco saudí. Y así el barco se quedó vacío. La lucha de clases asestó un golpe más fuerte contra la guerra imperialista que cualquier ONG pacifista liberal había sido capaz de hacer.

Los imperialistas entienden este poder que tiene la clase obrera. Fue el miedo burgués al descontento interno masivo lo que impidió una invasión terrestre de Kosovo en 1999, y lo que impidió el bombardeo de Siria por el Reino Unido en 2013. Una de las razones detrás de las relaciones más pacíficas entre los EE. UU. y la Unión Soviética a finales de la década de 1980 fue el miedo al levantamiento revolucionario en los países ex-coloniales superexplotados. La guerra de Vietnam se perdió para los Estados Unidos, no sólo en Vietnam, sino en el propio Estados Unidos cuando la mayoría se volvió en contra. Este es el poder de la lucha de la clase obrera para desbaratar los planes imperialistas.

Los marxistas quieren convertir las guerras imperialistas en guerras civiles, y consideramos que las guerras para liberar a las naciones y clases oprimidas están históricamente justificadas. No tenemos una oposición moral y abstracta a la violencia. Pero ¿significa esto que todos los métodos para librar estas guerras son aceptables? No.

Por ejemplo, el terrorismo individual y la lucha de guerrillas, por sí solos y desconectados de un movimiento de masas no fortalecen la lucha de clases. Sustituyen las acciones de una minoría, o incluso sólo de un individuo, por la acción colectiva de la lucha de clases. No fortalece la confianza de las masas en sí mismas como la única fuerza que puede derrocar a la sociedad de clases. Y de hecho fortalece el aparato represivo del estado que adopta poderes y métodos más duros para tratar con los llamados "terroristas". Estos métodos en realidad sólo fortalecen las fuerzas de la violencia burguesa.

Nuestro enfoque de tales métodos de lucha no es una cuestión moralista sino táctica. Sólo deben utilizarse aquellos métodos de lucha que hagan a la clase obrera consciente de su papel en el cambio de la sociedad.

Durante décadas, la espantosa violencia del Estado israelí contra Palestina se ha enfrentado a actos de terror individual, pero éstos no han logrado destruir o incluso debilitar el Estado de Israel.

Un llamamiento masivo a los trabajadores de Israel por parte de una dirección palestina revolucionaria habría tenido un efecto mucho mayor. Ahora hay enormes protestas que tienen lugar en Israel. El país no es una masa reaccionaria, está dividido en clases. El servicio nacional en Israel tiene el potencial de ser una correa de transmisión del estado de ánimo de la juventud israelí en el ejército.

Pero en lugar de basarse en métodos de lucha de masas, la dirección palestina se ha basado demasiado a menudo en el terror. La primera intifada que comenzó en 1987 tuvo un carácter masivo, pero tuvo lugar sobre las cabezas de los líderes de la OLP. Además de movilizar a las masas palestinas, incluso tuvo un efecto limitado en el propio Israel. Condujo a resultados reales con los Acuerdos de Oslo (aunque no resolvieron nada fundamental). Esta es la manera de luchar.

Pero en lugar de estos métodos, el enfoque en el terror ha ampliado la brecha entre los palestinos y los trabajadores y jóvenes israelíes que podrían haber sido ganados. Hoy en día la idea de dividir el ejército israelí es muy, muy lejana, si no imposible. En el futuro esto podría cambiar. Pero este es el legado de la violencia terrorista individual, desconectada de un movimiento de masas organizado. Ha debilitado la lucha palestina.

En términos generales nos oponemos al lema pacifista del desarme, por un lado, y por otro lado nos oponemos al terror individual o al guerrillismo por el otro. Contra ambos, contraponemos la independencia en la política económica y política de la clase obrera, que requiere armar a las masas y dividir el ejército, ganando las filas del ejército a la lucha de la clase obrera.

Los pequeñoburgueses y los reformistas dicen que armar a las masas y dividir el ejército no es realista. Pero ha sucedido, repetidamente, en situaciones revolucionarias en todo el mundo y a lo largo de la historia.

En 2002 se frustró un intento de golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez cuando las filas del ejército rompieron con sus oficiales, bajo la presión del movimiento de masas, y se pusieron del lado de las masas.

En Italia hubo ocupaciones de fábricas por parte de trabajadores en 1920. Un periódico informó: "los trabajadores cuentan entre sus filas a expilotos militares que ayer pusieron en marcha aviones". Un funcionario del estado escribió este informe: "Parece que los ocupantes tienen ametralladoras. Afirman haber armado un tanque, construido en la fábrica de coches de Fiat".

Estos "guardias rojos" no eran simplemente individuos armados. Eran grupos organizados de trabajadores, bajo el control democrático de las organizaciones de trabajadores que ocupaban las fábricas, a través de un comité militar elegido.

Otro ejemplo: en 1956 hubo una revolución en Hungría, contra el estalinismo y a favor de una verdadera democracia obrera (no por un retorno al capitalismo). La Unión Soviética invadió Hungría para sofocar la revolución. Y este es un relato de un testigo ocular, del jefe de policía de Budapest,

"Vimos una inmensa multitud llegar a la calle.

"Vimos tres grandes tanques soviéticos que venían de la dirección opuesta, directamente hacia la multitud.

"Era como una pesadilla. Los tanques llegaron a la calle. Los soldados de los tanques vieron la multitud y la multitud vio los tanques.

"Los tanques se detuvieron y permanecieron en su lugar, con los motores aún en marcha. La multitud no podía parar; seguía viniendo, arremolinándose alrededor de los tanques.

"Un niño se abrió paso entre la multitud hasta el primer tanque y empujó algo a través de la aspillera. No era una granada sino una hoja de papel. Fue seguido por otros.

"Estas hojas eran notas en ruso, que comenzaban con una cita de Marx: 'Un pueblo que oprime a otro no puede ser él mismo libre'

"Contamos los minutos. No pasó nada.

"Entonces la parte superior del tanque de plomo se abrió un poco y el comandante emergió lentamente. Luego abrió la torreta y se sentó en la parte superior del tanque.

"Inmediatamente, las manos le tendieron la mano. Los jóvenes saltaron sobre el tanque. La multitud estalló en un frenético aplauso. La multitud cantó el himno nacional húngaro. Y, al máximo, gritaron: "¡Viva el ejército soviético!

"Sin embargo, estas eran las mismas personas que, quince minutos antes, habían cantado con determinación, “Rusos go home”

"Mi ayudante y yo intercambiamos miradas. Aunque éramos soldados, la teoría de nuestro movimiento pasó por alto la casta, la nacionalidad, los intereses personales y los prejuicios. Una palabra de Marx, pasada por una aspillera, era más fuerte que un tanque dirigido contra una multitud".

Nunca debemos dejar que los pacifistas digan que no somos realistas cuando exigimos el armamento de la clase obrera y la división del ejército. Ya se ha hecho, y puede hacerse de nuevo. Está demostrado que es la única manera de luchar contra los métodos de guerra imperialistas.

Pero también debemos enfatizar que la división del ejército no es un drama de un solo acto. Debe llevarse a cabo como una política consciente y no dejarse sólo a la espontaneidad de las masas que sólo puede tener un impacto temporal, como ocurrió en Venezuela, Italia y Hungría.

La lucha por hacer añicos las fuerzas represivas de la clase burguesa requieren una organización y estrategia continuas, en las esferas política, industrial y militar, y eso incluye, por ejemplo, comités de soldados electos para solidificar y ampliar la ruptura entre las tropas y los oficiales.

Tal política fue llevada a cabo por los bolcheviques en 1917, que se agitaron en las trincheras y en los cuarteles. De este modo, abrieron una brecha entre las filas del ejército y los oficiales, haciendo añicos la capacidad de la clase dominante rusa para luchar contra la Primera Guerra Mundial imperialista o para aplastar la revolución.

¿Cambian las armas nucleares el enfoque marxista de la paz y la guerra? ¿Por qué ganar a los soldados y armar a los trabajadores, por ejemplo, cuando una tercera guerra mundial nuclear podría ser iniciada por un puñado de generales?

Debemos recordar que la guerra se hace para obtener un beneficio material. La guerra nuclear no traerá ganancias económicas, sólo traerá destrucción total. No conquista nuevos mercados, los destruye. No ha habido una tercera guerra mundial, ahora, todavía, no porque los imperialistas se hayan convencido del pacifismo, ni porque las contradicciones del capitalismo hayan sido superadas, sino porque no está en sus intereses económicos hacer tal guerra.

El mayor freno a la guerra mundial nuclear es la lucha de la clase trabajadora. Una guerra tan global y destructiva provocaría la mayor reacción de los trabajadores del mundo que jamás hayamos visto. La Primera Guerra Mundial provocó la revolución proletaria en varios países contra los imperialistas y sus guerras. Hoy en día la clase obrera internacional es más grande y mucho más experimentada que hace 100 años. El equilibrio de fuerzas de clase está más a nuestro favor que en ningún otro momento de la historia.

Eso no significa que las pequeñas y bárbaras guerras por poder, como la de Ucrania en 2014 o la de Siria desde 2011, no tendrán lugar, sino que seguirán teniendo lugar. Mientras exista el capitalismo, sus contradicciones conducirán a la guerra. Los beligerantes pueden no ser potencias imperialistas, ni tener intereses económicos directamente competitivos. Pero las potencias imperialistas apoyan a estos combatientes y a través de ellos persiguen sus intereses.

Actualmente se descarta un enfrentamiento directo entre las principales potencias, pero esto sólo intensificará la barbarie de las guerras de poder entre naciones, y de las guerras de clases dentro de las naciones y contra los grupos y naciones oprimidos como los kurdos, por ejemplo.

Pero no se descarta para siempre un enfrentamiento directo entre las potencias imperialistas. Descontrolados por el poder de la clase obrera, y por desesperación, los EE. UU. por ejemplo, podría considerar seriamente una política de primer golpe contra una nación imperialista rival.

Pero antes de que tal posibilidad pueda surgir, se llevarán a cabo luchas de clase titánicas. La clase obrera tendrá la oportunidad de tomar el poder muchas veces antes de que pueda ser aplastada hasta el punto de que no sea un freno al belicismo imperialista. Tal perspectiva no puede ser excluida a largo plazo, si no tomamos el poder, pero como dije, el balance de las fuerzas de clase está de nuestro lado.

La última cuestión que me gustaría tratar: ¿Será la revolución socialista en la época moderna necesariamente violenta? La fuerza puede jugar un papel revolucionario en la historia. Es a través del choque y la contradicción que la sociedad se desarrolla, es decir, a través de la guerra y la revolución.

Ninguna clase dominante en la historia ha renunciado a su posición sin luchar. La sociedad capitalista se basa, fundamentalmente, en la fuerza y la coacción. La fuerza será necesaria para eliminarla.

¿Pero la fuerza significa necesariamente violencia? El antiguo estratega militar chino Sun Tzu escribió, en su libro El arte de la guerra, que "aquellos que dejan indefensos a otros ejércitos sin luchar son los mejores de todos".

En otras palabras, es posible, y preferible, ganar la lucha con una abrumadora demostración de fuerza desde el principio, para hacer que la burguesía sea incapaz de luchar en absoluto.

Eso requiere usar nuestra superioridad en el balance de fuerzas de clase. Requiere separar las tropas de los oficiales y armar a la clase obrera. Debemos estudiar la Francia de 1968, la revolución de octubre de 1917 en Petrogrado y otros ejemplos de movimientos revolucionarios cuya fuerza era tan abrumadora que la oposición violenta simplemente se desvaneció.

Pero esta política requiere una purga absoluta del pacifismo del movimiento revolucionario.  Debemos estar dispuestos a luchar hasta el final, con violencia, si es necesario. Esperamos que no lo sea, pero si lo es, lo haremos. Nuestro lema es el del movimiento cartista del siglo XIX en Gran Bretaña: "Pacíficamente si podemos, con fuerza si es necesario".

Así que finalmente, para concluir: La guerra y la violencia entre clases y entre naciones es una parte inherente del sistema capitalista. Las demandas, los debates, las Naciones Unidas, los tratados, etc., no pueden detener el funcionamiento del sistema capitalista, y por lo tanto no pueden detener la guerra. Sólo la revolución socialista proletaria puede hacerlo.

La moral pacifista está vacía y es venenosa para el movimiento revolucionario. La nuestra es una moral superior basada en la marcha del progreso histórico. La única guerra justa es la guerra de clases. Y esto es importante, escríbelo: La única guerra justa es la guerra de clases. Los únicos medios justos para llevarla a cabo son aquellos que realmente conducen a la liberación de la humanidad.

Esta no es una cuestión abstracta, ni se limita a Sudán o Palestina. La necesidad de fuerza revolucionaria surgió en el movimiento insurreccional de Chile el año pasado, y está presente en el movimiento Black Lives Matter de EE. UU. hoy en día. Surgirá en todos los países en el próximo período sin excepción, y debemos estar ideológicamente preparados para enfrentarla.

Muchas gracias por haberme escuchado, camaradas.

INTERVENCIONES

Rob: Ben dijo algo muy importante cuando señaló que no podemos equiparar la violencia de los dueños de esclavos para mantener a los esclavos encadenados con la violencia de los esclavos para romper esas cadenas. La violencia de los dueños de esclavos es reaccionaria, y la violencia de los esclavos es progresiva.

El pacifismo opera sobre la base de imperativos morales absolutos - se esfuerza por el "bien" absoluto de la paz y la no violencia y aborrece el "mal" absoluto de la violencia sin importar las circunstancias.

Creo que la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que emplear la violencia para defender la vida de uno o la vida de otra persona no es algo malo o malvado. De la misma manera, no actuar, no usar la violencia para salvar una vida puede no ser justificable. Creo que sería moralmente cuestionable para alguien que podría haber salvado una vida decir que no lo hizo todo por el bien de preservar algún principio moral abstracto de no violencia.

Si consideramos el pacifismo en el contexto de los movimientos de protesta y las huelgas, por ejemplo, podemos ver que sólo puede tener consecuencias reaccionarias porque, en última instancia, sirve a los intereses de la clase dominante. Los pacifistas dicen básicamente, "puedes protestar o ir a la huelga, pero debes mantener la paz a toda costa". Pero lo que esto significa realmente es que, "puedes protestar o ir a la huelga, pero nada más".

El pacifismo no ofrece a la clase obrera un medio para resistir o superar la violencia de la clase capitalista. El pacifismo niega así, por razones morales, la autodefensa revolucionaria o la acción de la clase obrera desde el principio, lo que realmente significa mantener el statu quo.

Los trabajadores en huelga tienen derecho a defenderse, y si los trabajadores en huelga no se defienden, ganar una huelga sería muy difícil. De la misma manera, las protestas y marchas tienen derecho a defenderse de los matones fascistas y de la policía.

Así que si un movimiento de protesta no se defiende, es muy fácil para la clase dominante intimidar al movimiento para que guarde silencio o para aplastarlo y derrotarlo. Esto es lo que Trump está tratando de hacer ahora mismo con el movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos. Quiere aterrorizar al movimiento y aterrorizar a todos para que se vayan a casa.

Si realmente queremos cambiar la sociedad, esto significa que la acción revolucionaria, la fuerza, probablemente, al menos en cierto punto, tendrá que ser utilizada. Buena o mala, esta es la naturaleza de la historia y la naturaleza de la lucha de clases.

Ahora no estamos sedientos de sangre y pensamos que las tácticas violentas deben ser empleadas en todas partes y en todo momento. Preferiríamos que todo fuera pacífico, pero en realidad esto no siempre es posible.

Como dijo Ben, nuestro enfoque de la cuestión de la violencia en la lucha de clases no es moralista sino táctico. Hay veces que un enfoque no violento es el camino para seguir y hay veces que son necesarios métodos más contundentes o violentos. Depende de las circunstancias, del nivel de organización del movimiento, de la etapa de la lucha de clases, etc.

Una cosa que sí sabemos es que ninguna clase dominante en la historia ha renunciado a su poder y privilegios sin luchar, una lucha seria. Toda la historia de la humanidad lo demuestra muy claramente. Históricamente hablando, es por eso que las revoluciones son necesarias. El poder y los privilegios de la clase dominante deben ser arrebatados a la fuerza, y de la misma manera las nuevas libertades y derechos de la clase revolucionaria, la nueva sociedad, deben ser establecidas e impuestas a la fuerza.

Los derechos y libertades no han sido conquistados por los oprimidos y explotados pidiendo cortésmente el cambio, sino que se han ganado mediante la lucha, mediante una acción decidida y militante. Este fue el caso del derecho de huelga, el derecho de libre reunión, el derecho de voto, el derecho a una jornada de ocho horas, etc.

Ahora bien, si tomamos el movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos, podemos ver que estos principios morales abstractos y absolutos del pacifismo tienen consecuencias reaccionarias, los pacifistas dicen que toda violencia es mala - por lo tanto, equiparan cualquier violencia por parte de los pobres y los oprimidos con la violencia del Estado, la policía, la Guardia Nacional, etc.

Sin embargo, esta equivalencia moral sólo se presta a los argumentos de la derecha, los presentadores de Fox News ven un pequeño incendio en un juzgado de Portland y luego lo utilizan para justificar moralmente los brutales ataques de los agentes de Seguridad Nacional a los manifestantes.

Tácticamente hablando, los disturbios y saqueos que vimos en los primeros días del levantamiento tras la muerte de George Floyd no sirvieron particularmente a los intereses del movimiento en ese momento. Pero ¿significa esto que condenamos esta "violencia" o la equiparamos a la violencia de la clase dominante y el Estado? No, por supuesto que no. Estamos firmemente con los explotados y los oprimidos.

Como dijo Martin Luther King Jr., "Una revuelta es el lenguaje de los no escuchados". Cuando los pobres, los oprimidos, los explotados expresan su desesperación y desesperanza en la rabia de un levantamiento, es perfectamente comprensible desde la perspectiva del marxismo. Cuando la gente expresa su rabia ante la brutal violencia de 400 años de esclavitud, la explotación capitalista, las leyes de Jim Crow, el racismo, la brutalidad policial, es totalmente comprensible. ¿Y cómo pueden compararse estas expresiones de rabia y desesperación de los explotados, que luchan por la justicia y la igualdad, que luchan por un mundo nuevo, con la violencia del Estado en un esfuerzo por detener esta lucha por la justicia y la igualdad, que sólo puede ser reaccionaria?

¿Cómo se puede equiparar el incendio de una comisaría de policía con los decenios y decenios de violencia policial, racismo y brutalidad? ¿Y de dónde viene la verdadera violencia de todos modos? Aparte de los primeros disturbios en algunos lugares, las protestas han sido casi totalmente pacíficas en todo el país. Si la policía se hubiera quedado en casa, habría habido muy poca o ninguna violencia.

Me gustaría terminar con una cita de Mark Twain de Un yanqui de Connecticut en la Corte del Rey Arturo, donde habla del Reino del Terror en la Revolución Francesa, pero creo que tiene una amplia aplicabilidad en esta cuestión del pacifismo y la violencia en la lucha de clases en general.

Él dice: "Hubo dos "Reinos de Terror", si lo recordamos y lo consideramos; uno causó el asesinato en una pasión ardiente, el otro a sangre fría sin corazón; uno duró sólo unos meses, el otro duró mil años; el primero infligió la muerte a diez mil personas, el otro a cien millones; pero nuestros temblores son todos por los "horrores" del Terror menor, el Terror momentáneo, por así decirlo; mientras que, ¿cuál es el horror de una muerte rápida con el hacha, comparada con la muerte de por vida por hambre, frío, insulto, crueldad y desgarramiento del corazón? ¿Qué es la muerte rápida por un rayo comparada con la muerte por fuego lento en la hoguera? Un cementerio de la ciudad podría contener los ataúdes llenos de ese breve Terror por el que todos hemos sido enseñados a temblar y a lamentarnos; pero toda Francia difícilmente podría contener los ataúdes llenos de ese antiguo y real Terror - ese Terror indeciblemente amargo y terrible que ninguno de nosotros ha sido enseñado a ver en su inmensidad o lástima como se merece".

Muchas gracias, camaradas.

Jules: El tema de la autodefensa es de crucial importancia para el movimiento obrero. Como explicó Ben, la burguesía nunca dudó en usar la violencia contra la movilización de los trabajadores. Además de la violencia de la policía - también está la violencia de la extrema derecha, los grupos fascistas de lumpen radicalizados y pequeños burgueses utilizados por la clase dominante como un martillo contra la clase obrera.

En los años 20 y 30, fueron utilizados para aplastar el movimiento revolucionario en su ocaso y, en varios países, la burguesía incluso dio el poder a estos grupos. En ese momento, se habían convertido en movimientos de masas de cientos de miles de miembros y combatientes y, puestos en el poder, liquidaron las organizaciones de la clase obrera.

Esta cuestión adquiere hoy en día una nueva importancia. Desde la crisis de 2008, la radicalización se ha expresado tanto en la izquierda como en la derecha, y los grupos fascistas están en alza. La principal diferencia con el pasado es que ya no pueden esperar llegar al poder. Y eso es estar en desacuerdo con los gritos de la ultraizquierda, que ven a los fascistas y al fascismo en cada esquina.

Y esta diferencia se debe principalmente a que carecen de la base social que les daba fuerza durante los años 20 y 30. El campesinado, las clases medias desaparecieron en la mayoría de los países, y además, los estratos que se inclinaban por el fascismo se han proletarizado: estudiantes, funcionarios, etc. Esto se puede ver en cada gran manifestación antifascista: cada vez los fascistas son completamente superados por sus oponentes. Pero aunque ya no puedan estar en el poder, ponerse en el poder, los fascistas siguen siendo una amenaza para la clase obrera.

Durante el período reciente, ha habido múltiples ataques de los fascistas contra la población en general o el movimiento obrero: en Charlottesville, en Christchurch, El Paso, Frankfurt. En Austin (Texas), este domingo, un manifestante fue asesinado a tiros por un fascista que conducía su coche en una manifestación. Esta es una amenaza que debe ser abordada por el movimiento obrero.

Y para la dirección reformista, la solución es simple: piden al estado, al poder judicial, que los proteja y reprima y proscriba a los grupos fascistas. Y esto es un error por muchas razones. En primer lugar, porque no funciona. El estado burgués necesita estos grupos como fuerza de choque contra la clase obrera, como una fuerza suplementaria de hecho, para complementar la fuerza de la policía.

El Estado burgués no sólo no ha hecho nada para impedir estos ataques, de los que hablaré, sino que sus principales dirigentes (desde Trump a Macron), y los portavoces (en la televisión y en los periódicos) alientan estos ataques, más o menos abiertamente.

Hace unas semanas, después de un ataque fascista con coches contra una manifestación, un alcalde de los EE.UU., un alcalde de la ciudad leyó una lista de activistas en público con nombres y direcciones. De hecho, señaló como blancos para los terrores fascistas. Y el estado y la policía los protegen en lugar de reprimirlos. E incluso cuando se ven obligados a actuar contra ellos, la forma en que lo hacen no funciona. La disolución legal no sirve para nada con esas cosas.

En Francia, las dos principales organizaciones fascistas activas hoy en día han sido "disueltas" numerosas veces. Una vez, una de ellas se disolvió porque uno de sus miembros trató de matar al presidente. Pero cada vez sólo cambiaron su nombre - y continúan con sus negocios como de costumbre.

Y la segunda y más importante razón: esta política desarma a los trabajadores - los empuja a confiar en el estado burgués, a creer que es neutral y que puede ser usado en su interés pero como Marx, Lenin y todos los demás marxistas han demostrado, y como la historia mundial si la sociedad de clases lo demuestra, el estado no es una cosa neutral. No puede servir a la clase obrera si es un estado burgués. Este es uno de los principales problemas de esta política.

Una minoría de activistas reaccionaron a estas políticas, buscaron la solución en una caricatura ultraizquierdista. El rey de los grupos antifascistas se especializó en la moda antifascista. Pero por qué se han reducido muy a menudo a pequeños grupos que luchan contra los fascistas sobre una base "uno a uno". Esto también está a menudo (casi siempre) ligado a una actitud sectaria hacia las organizaciones de masas. Y en la práctica, estos activistas dicen exactamente lo mismo que los líderes reformistas a los trabajadores: "La lucha física contra los fascistas es algo malo. Una cosa mala para ti. Deberías dejar que la policía o los anarquistas se ocupen de ello."

En realidad, lo que falta no son los números, es organización. Se puede ver por la naturaleza misma de los ataques de los fascistas: individuos aislados que atacan a la masa de manifestantes o a la gente en las calles, no grupos fascistas organizados. Siempre hay individuos aislados atacando.

Lo que se necesita es una organización de autodefensa del movimiento por parte del propio movimiento. Vinculado al movimiento de masas y a la organización de la clase obrera. Es responsabilidad de la organización de la clase obrera, establecer comités de autodefensa armados. Esta es la única solución para enviar a los asesinos fascistas o aspirantes a asesinos arrastrándose a sus guaridas.

En muchos casos, la simple demostración de fuerza será suficiente para detener los ataques antes de que ocurran, pero no es suficiente para defenderse, también hay que ir a la ofensiva.

Y esta organización de comités de autodefensa, esta autodefensa no sólo eliminará el fascismo. Si elimina, si lucha contra las causas, eso es la escasez y el capitalismo. Este trabajo necesita de hecho, estar vinculado con una lucha revolucionaria por el socialismo. Porque sólo la eliminación del capitalismo puede hacer desaparecer la violencia fascista. Contrariamente a sus locos sueños, los fascistas no son el futuro, somos nosotros. Gracias.

Niklas: Gracias, camaradas, gracias por la interesante discusión.

Trotsky en sus debates con los centristas en los años 30, entró en polémica con ellos sobre la cuestión de la guerra y el pacifismo. Y los centristas del SAP acababan de votar una muy pomposa resolución antiguerra en una de sus conferencias internacionales. Y Trotsky las tomó en serio. Como muchos pacifistas de la época, estos supuestos marxistas plantearon la cuestión del desarme.

Y como Ben describió, mientras exista la opresión y la explotación, las armas seguirán siendo un factor en las relaciones entre los estados. Ahora en este debate, Trotsky escribió: "Avanzar en el desarme como el 'único y verdadero método de prevenir la guerra' implica engañar a los trabajadores para lograr un frente común con los pacifistas pequeñoburgueses".

La resolución que él criticó planteaba un llamamiento a "los oponentes [!] de la guerra en todo el mundo". Como todo movimiento antiguerra que arrastra a los sacerdotes y a los conservadores - cuantos más, mejor. Esto sucede mucho en Gran Bretaña, donde el SWP, que supuestamente son trotskistas, arrastran constantemente a estos reaccionarios en nombre de la paz.

Trotsky responde a esto: "Los "oponentes profesionales de la guerra" son los cuáqueros, los cuáqueros religiosos - los cristianos, los tolstoianos, los gandhistas; y también están los pacifistas de salón, los charlatanes y los acróbatas democráticos". Y creo que eso describe bastante bien algunas de las manifestaciones contra la guerra. Un frente con esta gente inevitablemente obligaría a los marxistas a abandonar su propio programa. Y sólo serviría para dar cobertura política a estos elementos. Y eso es lo que el SWP hace en Gran Bretaña todo el tiempo.

No nos oponemos a la guerra, en principio, la guerra es un hecho constante en la vida del capitalismo. No se puede protestar contra ella. La única manera de terminar la guerra es el derrocamiento de la sociedad de clases. Y Trotsky volvió a decir esto:

"No es casualidad que, en la política de la Comintern, así como en la de los reformistas, predominen las formulaciones puramente negativas, como el antiimperialismo, el antifascismo, la lucha contra la guerra, sin ninguna delimitación de clase y sin un programa de acción revolucionario. Tales formulaciones son absolutamente necesarias para la política de los bloques de la farsa... Todos estos bloques y congresos y comités tienen como tarea filtrar la pasividad, la cobardía y la incapacidad de resolver las tareas que constituyen la esencia misma de la lucha de clases del proletariado".

Así que Trotsky también planteó la cuestión de Zimmerwald. Donde la mayoría de los participantes eran reformistas pacifistas, la mayoría de los cuales pronto se encontraron de vuelta en la Segunda Internacional. Y dijo: "Lenin participó en la conferencia no para llegar a una conciliación con los centristas, no para presentar "resoluciones" huecas, sino para luchar por los principios del bolchevismo."

Inmediatamente después de Zimmerwald, Lenin planteó a la izquierda de Zimmerwald, la perspectiva de romper con Zimmerwald, la derecha de Zimmerwald si se quiere, y formar una nueva Internacional.

Trotsky continúa: "El noventa y nueve por ciento de los reformistas y centristas que ahora insisten en las frases pacifistas... se pondrán del lado de sus gobiernos en caso de una nueva guerra." Sólo hay que señalar que la totalidad de la Segunda Internacional, casi la totalidad, o sus líderes de todos modos, votaron resoluciones antiguerra, incluso algunas muy buenas, pero luego votaron a favor de la guerra bajo la presión de su clase dirigente.

Y hablando de charlatanes pacifistas, organizamos un debate hace algunos años con un metodista (otro grupo cristiano), pacifista, teórico. Después de algunas frases bonitas de apertura sobre la paz, el amor y el entendimiento, rápidamente salió con las habituales tonterías antibolcheviques: quejarse de la violencia bolchevique, quejarse de todas las muertes en medio de una guerra civil. Pero apenas se sonrojó cuando admitió, momentos después, que había apoyado la guerra en Irak. "Por la democracia", por supuesto.

Así que, como la mayoría de los pacifistas argumentó el pacifismo para los pobres y oprimidos, mientras apoyaba la violencia de los imperialistas y opresores. Y como los otros camaradas han dicho, nuestra posición es la opuesta: nos oponemos a la violencia de los opresores, pero apoyamos la lucha de los oprimidos contra sus opresores, con violencia cuando es necesario.

Y Trotsky continúa: "Hoy en día, en tiempos de paz, es necesaria una selección revolucionaria doblemente estricta. Los criterios para esta selección son la claridad en la teoría y una práctica correspondiente a la teoría." Y eso es también lo que necesitamos hoy, necesitamos claridad política. Gracias.

Francesco: Camaradas, el pacifismo siempre ha sido un veneno para el movimiento revolucionario. En 1938 el mundo se dirigía rápidamente a una nueva guerra imperialista. La derrota de la revolución socialista en España la hizo inevitable.

Durante la crisis de Munich de 1938 Trotsky fue categórico: aquellos que quisieran volver a la llamada normalidad del viejo mundo no tendrían otra alternativa que elegir entre, cito: "oración piadosa" y "balido pacifista".

Como moralistas pequeñoburgueses, los pacifistas, en la izquierda, consideraban estas perspectivas como iguales para aceptar la guerra. Y acusaron a los trotskistas de ser inmorales.

Pero la crisis orgánica del capitalismo no permitía ninguna salida pacífica. Y era una cuestión muy práctica. Sólo una explosión social durante o justo después de la guerra, habría abierto el camino para el futuro de la humanidad una vez más. Y los marxistas tenían que prepararse a la luz de esta perspectiva.

Por el contrario, cuando los gobiernos burgueses o los pacifistas trataban de apelar a apaciguar al imperialismo alemán, parecían juegos infantiles en las laderas de un volcán a punto de entrar en erupción. La guerra era imperialista y había que oponerse a los créditos militares, pero las consignas vacías como el desarme o la neutralidad sólo servían a la diplomacia de los diferentes sectores del mundo capitalista.

La crítica de Trotsky al pacifismo se dirigía a las organizaciones que se negaban a situar la lucha por la revolución dentro de la militarización universal de la sociedad impuesta por la guerra. Apuntaba, en primer lugar, al pacifismo de los partidos centristas. como el ILP británico, el PSOP francés, el POUM, etc. Por ejemplo, el líder adjunto del Partido Laborista Independiente, James Maxton, cruzó las líneas de clase y elogió al Primer Ministro Chamberlain como el salvador de la paz por su apaciguamiento hacia Hitler.

Para Trotsky, los revolucionarios tenían que encontrar la manera de llegar a los cuarteles, los campos de entrenamiento militar y las trincheras; y se necesitaba un programa militar de transición.

Los cuadros del futuro partido revolucionario tenían que entender que la humanidad había entrado en una era en la que las cuestiones fundamentales se resolverían con las armas en la mano. La tarea de los revolucionarios era pasar la prueba de la guerra con su clase.

En una discusión fundamental con algunos líderes americanos de la Cuarta Internacional, Trotsky declaró que la militarización de la sociedad estaba procediendo rápidamente incluso en los EE. UU. y que era un error oponerse a ella con "fraseología pacifista". Además, era necesario tener en cuenta una verdad elemental: los trabajadores "llevan un odio sentimental hacia Hitler mezclado con confusos sentimientos de clase".

Y como los sindicatos no podían limitarse a proteger a los trabajadores en tiempos de paz, Trotsky propuso que las organizaciones obreras hicieran una campaña para exigir que los trabajadores se formaran en escuelas militares controladas por los sindicatos y financiadas por el Estado. Y que eligieran oficiales de sus propias filas. Esta era una forma efectiva de continuar la lucha contra el estado burgués y sus militares incluso después del estallido de la guerra.

La propaganda marxista tuvo que separarse de comités como el de "Mantener a América fuera de la guerra", donde el pacifismo y el aislacionismo reaccionario se cruzaban.

Los pacifistas aceptaban todo el sistema burgués excepto el militarismo. Ninguna colaboración, sobre esta base, era posible. Todo lo contrario.

La política de Trotsky se basaba en la articulación entre la propaganda y la agitación. Así, el entrenamiento militar bajo control sindical, y la plena libertad política de los trabajadores en uniforme eran parte de un programa militar de transición

El Partido Comunista Revolucionario de Ted Grant aplicó esta orientación durante la guerra y fue capaz de realizar un excelente trabajo comunista dentro del ejército británico.

En septiembre de 1945, Philby, jefe de la Inteligencia Militar Británica y doble agente de Stalin, solicitó un informe sobre el trabajo de los soldados de Trotsky en Italia que involucraba a muchos miembros del PCR. Por el contrario, los partidos centristas más grandes no jugaron un papel en la guerra y pronto se derrumbaron.

En resumen, la posición planteada por Trotsky demostró cómo un partido revolucionario tiene que adaptarse a una situación de guerra abierta, manteniendo el enfoque en la perspectiva del derrocamiento del capitalismo. Un partido revolucionario, en otras palabras, no puede ser una organización que lucha por su programa sólo en tiempos pacíficos y no peligrosos. Gracias, camaradas.

RESUMEN

Ben: Gracias Stefan y gracias a los camaradas que hablaron.

Rob y Jules hablaron de la autodefensa del obrero. Aquí en Londres hace unas semanas, los organizadores de las manifestaciones de Black Lives Matter cancelaron las manifestaciones de un fin de semana porque habían recibido amenazas de grupos de extrema derecha y fascistas de que atacarían la manifestación de Black Lives Matter. En nombre del mantenimiento de la paz, las manifestaciones, las manifestaciones de BLM fueron canceladas. Y el resultado fue que se permitió a la extrema derecha arrasar Londres, sin oposición real.

Ahora bien, ¿es esto un éxito o un fracaso para las fuerzas progresistas de la sociedad? Es un fracaso. Y es el producto del pacifismo. La extrema derecha amenazó con la violencia, y nosotros merecemos la batalla, bueno, nosotros no, pero ellos sí. Esto sólo puede envalentonar a las fuerzas de la reacción y socavar a las fuerzas progresistas.

Y para aquellos que están directamente amenazados por la extrema derecha, este pacifismo los deja vulnerables y abiertos al ataque porque la extrema derecha es libre de vagar sin ser cuestionada. En este sentido, el pacifismo es un lujo para aquellos que no experimentan el extremo agudo de la reacción. Son las ideas que vienen de la pequeña burguesía.

Cuando Niklas hablaba de la vaguedad de los bloques pacifistas, me recordó una cita de Marx que explicaba la posición de la pequeña burguesía en la sociedad. Marx dijo que la pequeña burguesía es una clase de transición en la que los intereses de dos clases - la burguesía y el proletariado - están simultáneamente mitigados, lo que suaviza las posiciones y la claridad políticas de la pequeña burguesía. Y así el pequeño burgués clásico se imagina a sí mismo elevado por encima de los antagonismos de clase en general. Y es por eso que su enfoque del pacifismo es distante, vago, sin filo alguno.

Necesitamos una política firme basada explícita y conscientemente en las necesidades de la clase trabajadora. Y eso requiere contrarrestar las amenazas fascistas de violencia con nuestra propia violencia si es necesario. Rob también habló de que el levantamiento es el lenguaje de los ignorados, y esto es muy importante porque si esperamos a que aparezca un movimiento de masas con la política perfecta hacia la violencia antes de ponernos de su lado, entonces estaremos esperando para siempre. Porque el programa terminado del marxismo es el producto de muchos ejemplos históricos de lucha de clases durante mucho tiempo.

Nuestro trabajo es conectar ese programa con el estado de ánimo inacabado de las masas en lucha. Sólo porque el movimiento Black Lives Matter o una guerra de guerrillas en un país dominado, sólo porque las masas no adopten nuestra táctica inmediatamente no significa que condenemos el movimiento o nos neguemos a participar en él. Si tenemos un movimiento históricamente progresista, entonces debemos encontrar una manera de conectarnos con él. Teniendo plenamente en cuenta el estado de ánimo de las masas y la historia y las peculiaridades de ese movimiento en particular, y conectando hábilmente nuestras ideas, explicando pacientemente nuestras ideas como Francesco describió en relación con la táctica de Trotsky.

Jules habló de disolver legalmente los grupos fascistas y de por qué era una mala táctica o política, y esto es correcto porque tal política no ve al fascismo como un producto del sistema capitalista en decadencia. Así como no se puede desear la guerra bajo el capitalismo, no se puede simplemente prohibir el fascismo. El fascismo y las tendencias fascistas surgen cuando el sistema capitalista es incapaz de apoyar la democracia burguesa. Aunque sólo puede adquirir una base de masas después de grandes derrotas de la clase obrera.

La democracia - la democracia burguesa y el pacifismo son de la misma línea política, son parte de la misma familia política. Ambos tratan de suavizar las relaciones de clase sin tocar los fundamentos económicos de esas clases. La lógica del capitalismo hace que las contradicciones de clase se agudicen en ciertos lugares, eso es la crisis capitalista. Y en esas circunstancias las válvulas de seguridad de la democracia burguesa, por ejemplo, comienzan a explotar. No pueden contener la creciente contradicción dentro del capitalismo. No pueden suavizar - no pueden pasar por alto - no pueden suavizar más esa relación. Y este es el comienzo del camino hacia las tendencias fascistas, aunque como dije requiere la derrota de la clase obrera antes de que pueda adquirir mucha fuerza.

Y de la misma manera, se ve el mismo proceso de explosión de las válvulas de seguridad, la válvula de seguridad del pacifismo en estas circunstancias. El antagonismo entre las diferentes camarillas nacionales de la burguesía se agudiza y se produce una crisis diplomática y una guerra. Y así las cuestiones del fascismo y el pacifismo y la violencia, están vinculadas, son todas parte del mismo proceso.

Niklas habló de la necesidad de claridad política en estas ideas. Los líderes de la Segunda Internacional no tenían ideas claras. Porque se basaban en el compromiso, se basaban en el amortiguamiento de las relaciones de clase e internacionales. Esa fue la base de su crecimiento, de su posición. Y así su capacidad para entender la contradicción, de hecho, la base real de la sociedad cuando surgieron en 1914 fue severamente afectada. Y el resultado de su falta de comprensión fue su traición y apoyo a la Primera Guerra Mundial.

Pero no nos basamos en el compromiso, en el debilitamiento de las relaciones de clase e internacionales, nos basamos en la lucha de clases, porque es la fuerza motriz de la historia. Si nos desviamos, aunque sea ligeramente de esta posición, entonces, al agudizarse las contradicciones del capitalismo y las contradicciones de clase e internacionales, no podremos comprender lo que está pasando y cometeremos graves errores políticos.

Lo principal que debemos entender es que la paz entre las clases o entre las naciones no es posible mientras tengamos una sociedad de clases. De hecho, la única paz que es posible bajo el capitalismo es la que tenemos ahora en Libia, que no es realmente una paz en absoluto. El exsecretario general de la OTAN, describió la campaña de bombardeo de la OTAN en Libia como un éxito. Me recuerda lo que escribió el senador romano Tácito: "hacen un desierto y lo llaman paz". Bajo el capitalismo las únicas opciones son la barbarie de la guerra, o la barbarie de la paz.

Nuestro único camino que seguir es derrocar ese sistema. Así que terminaré con algo que Marx escribió sobre la Comuna de París. Dijo que "la guerra de los esclavos contra los esclavistas es la única guerra justificable de la historia". Y camaradas, esta es nuestra guerra. La única justificable de la historia. Y debemos lucharla con una determinación de hierro y con orgullo. Muchas gracias.